20110130

Pausa Poética-Reseña-Viento Versal







Viento Versal
Angélica Maciel
Pausa poética


Noreste 45°
Eterna el arca de la divinidad


Destroza las agallas de los peces con su llanto,
gime por sus curvos grados para resarcir el placer
y torturar al Odiseo de nuestras entrañas.
Sus brazos se entrelazan haciendo brillar su manto blanco
al ofrecérselo al cielo que la humedece con miles de mañanas.
Posee la rara virtud de convertirse en un grito unísono
al destorcerse el timón que guarda bajo su vientre.
Sus ojos lloran al recibir a la luna,
crece con el alimento de las olas,
navega sobre su espalda carcomida de ostras negras.
Su pecho reza hacia la penumbra,
y muy arriba emerge para conmemorar al demiurgo
                                                                                     su existencia.
Es una dama completa, eterna, volátil, sueño.
Mujer de rodillas quebradas, de enfermedad en la sangre,
de dolorosas arenas cargadas en el alma que cruza el mar.

(Hay que dejarla intacta y perfecta

en lo más hondo profundo y solo del mar.)

¿Quién es la autora?


Angélica Maciel (Guadalajara, Jal, 1979) es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara y estudiante de la maestría en literatura mexicana en la misma casa de estudios. En la actualidad trabaja como correctora y editora independiente, además de laborar en el área de publicaciones de El Colegio de Jalisco. Sus textos han aparecido en diversas revistas literarias tanto locales como nacionales y ha colaborado con ensayos y críticas para periódicos de Jalisco y Michoacán. Es autora de En las alas feas de las mariposas (2005) y Poemas desde los dos polos (2005), así como coautora de Panteón de cadáveres exquisitos (2004). En octubre de 2005 recibió una mención honorífica por parte de la Asociación Internacional  La Porte Poétes, de París.

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Les compartimos este texto de Paula Zulaica acerca del libro VIENTO VERSAL

Los vientos creadores se disparan desde un mismo punto hacia cada una de las direcciones posibles, a su paso violento simultáneamente se crea el todo de la nada.
Conozco Viento versal desde el inicio de los tiempos, conozco la tarea titánica que Angélica se propuso un día completar. Este poemario es fruto de los años y del trabajo arduo de su autora, que como los dioses falibles de antaño no contenta con lo que había creado lo devolvió de nuevo al barro para intentarlo de nuevo. No s fácil destruir lo creado por nuestras manos.
La versión final es exactamente lo que su autora había pretendido, extirpó dolorosamente cada indicio del yo, para que la voz lograra ese colectivismo, esa simultaneidad. La voz poética en Viento versal es una voz desde antes de los tiempos, desde antes de la palabra, del principio y del fin.
Esa voz inmemorial es la voz que brota de nuestras gargantas sin nuestra ingerencia. Es la voz desconocida, aprendida quizás en una ignorada prehistoria. Es la maldición de la boca-portal del profeta.
Leer Viento versal es descubrir la cruel y patética broma, de sabernos no parte del orden sino del caos, no parte de que está a punto de ser creado, sino de la oscuridad y el desorden a punto de desgarrarse.
Me declaro a la vez admiradora y estudiosa de la estilística poética de Angélica Maciel. Me maravillo de la pluma que escribe de secreciones corporales, de la mundanidad, de los olores y del caos en la manera más sublime. Una estilística en que orina y semen ostentan la sacralidad del agua bendita. La palabra nace de sus manos como dictada, como perfecta. En el producto final no encuentro nunca las costuras, la huella de la tijera, que yo sé por experiencia propia invertidos en esta obra, el trabajo infinito puesto en pulir cada una de las palabras, en tratar de atrapar los huidizos vientos con la boca.
Al leer saboreo los sustantivos, la letanía de las imágenes, su secuencia plural. Angélica crea mediante la secuencia de las imágenes y las metáforas presentadas una a otra como fotogramas montados con rapidez, creando movimiento sin derroche de verbos.
Es preciso iniciarse en este culto angelical de los sustantivos, sus bienamados objetos, leerla es verlos
como por vez primera, encontrar el asombro de la caracola, el narval, el pelícano, la rosa de los vientos, el astrolabio.
Angélica no se nutre de mitos, los crea.

1 comentario:

Unknown dijo...

Leí tu libro, quiero decirte que aunque me costó trabajo terminarlo, comprenderlo, asimilarlo; lo disfruté mucho.
Espero que me lo puedas dedicar algún día.
¡Felicidades!
Saludos.

http://todoennoticia.com.mx/occidente-municipios-jalisco/cerda-martha-mientras-agonizas-la-zonambula-2020/