20130705

AMADO NERVO-HERMANA AGUA

Gustavo Jiménez Aguirre


El hielo

Para cubrir los peces del fondo, que agonizan
de frío, mis piadosas ondas se cristaliza,
y yo, la inquietüela, cuyo perenne móvil
es variar, enmudezco, me duermo, quedo imóvil.
¡Ah, tú no sabes cómo padezco nostalgia
del sol bajo esa blanca sábana siempre fría!
Tú no sabes la angustia de la ola que inmola
sus ritmos ondulantes de una mujer, su sonrisa,
al frío, y que se vuelve, mujer de Lot, banquisa:
ser banquisa es ser como la estatua de la ola.

Tú ignoras esa angustia; mas yo no  me rebelo,
y ansiosa de que en todo mi Dios sea loado,
desprendo radiaciones al bloque de mi hielo,
y en vez de azul oleaje soy témpano azulado.

Mis crestas en las noches del polo son fanales,
reflejo el rosa de las auroras boreales,
la luz convaleciente del sol, y con deleite
de Serafita, yergo mi cristalina roca
por donde trepan lentos los morsos y la foca,
seguidos de lapones hambrientos de su aceite…
¿Ya ves cómo se acata la voluntad del cielo?

Y yo recé: -Loemos a Dios, hermano Hielo.


Amado Nervo escribió la Hermana Agua en París. A 110 años de su publicación, este poema fluye ahora en un cauce propio, independiente, porque la poesía como la materia de este poema, se pliega en diversas formas hacia el lector. Además de volver a escuchar “esas gotas incesantes y sonoras de un torrente lírico” que ha sobrevivido prolongadas sequías de la crítica.

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