En este libro, Gaspar Aguilera nos invita a tener una cercanía a la obra y persona de un gran escritor como Cortázar, con el fin de reflexionar, analizar y gozar no sólo de la literatura sino de otros aspectos de la trayectoria del escritor argentino, como la visión ética y humanista.
En estas páginas encontrarás una buena muestra para internarnos en los aspectos lúdicos y críticos del llamado gran cronopio.
Y, ¿Quién es el autor?
Gapar Aguilera Díaz (Parra, Chihuahua, 1947). Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana. Autor de 12 libros de poesía, un libro de ensayos sobre literatura, música y artes plásticas: Imágenes del viaje (Jitanjáfora, 2004), un libro de relatos: Noviembre y pájaros, así como dos antologías: Continuación del canto. Poetas michoacanos nacidos entre 1945 y 1982, Un grupo avanza silencioso. Poetas cubanos nacidos entre 1958 y 1972. Algunos de sus libros son: Los ritos del obseso, La Fugacidad del instante amoroso en la poesía de Octavio Paz, Paisaje a medio cuerpo, antología de poesía erótica 1995-2007, Imago mundi, ensayos sobre la literatura Iberoamericana. En el año 2008 obtuvo el premio Eréndira de las Artes, área de la Literatura, otorgado por el gobierno de Michoacán.
Parte del libro:
Si he de vivir
Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento,
la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia
se alce la rama seca de la tos, ladrándome
tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos
se me peguen la sábanas, y nada me dé paz...
No aprenderé por eso a quererte mejor,
pero desalojado de la felicidad
sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca.
Esto creo entenderlo, pero me engaño:
hará falta la escarcha del dintel
para que el guarecido en el portal comprenda
la luz del comedor; los manteles de leche, y el aroma
del pan que pasa su morena mano por la hendija.
Tan lejos ya de ti
como un ojo del otro,
de esta asumida adversidad
nacerá la mirada que por fin te merezca.
Parte del libro:
Si he de vivir
Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento,
la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia
se alce la rama seca de la tos, ladrándome
tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos
se me peguen la sábanas, y nada me dé paz...
No aprenderé por eso a quererte mejor,
pero desalojado de la felicidad
sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca.
Esto creo entenderlo, pero me engaño:
hará falta la escarcha del dintel
para que el guarecido en el portal comprenda
la luz del comedor; los manteles de leche, y el aroma
del pan que pasa su morena mano por la hendija.
Tan lejos ya de ti
como un ojo del otro,
de esta asumida adversidad
nacerá la mirada que por fin te merezca.