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20200628

El hilo negro de Ramiro Aguirre

Arco iris blanco

LA “AMBIGÜEDAD” DEL HILO NEGRO*

Miguel García Ascencio

I. Un hilo no tan negro
Descubrir el agua hervida es tanto como encontrar el hilo negro. Como reprochar a alguien por mostrarnos lo sabido. Una frase hecha para decir que no repitan lo obvio.
El hilo negro no siempre es hilo negro de forma tajante. No existe afirmación o conocimiento que no parta de otros saberes. Casi todo sería hilo negro. Hervir el agua fue un descubrimiento de grandes repercusiones para la salud.
Ramiro Aguirre, además de irónico al titular su libro con esta frase peyorativa, es modesto, y toma precauciones frente a la crítica. La difusión de saberes asimilados, siempre será el hilo negro. Esto hace quien produce revistas no especializadas, suplementos culturales y los articulistas en la sección de arte y literatura de diarios y publicaciones periódicas. Hilos negros a cada paso.

II. La biografía como eje
Ocho son los autores (casi todos novelistas, excepto un poeta y un fabulista), biografiados por Ramiro Aguirre en El hilo negro: Charles BukowskiJohn FanteSándor MáraiGraham Greene, Augusto MonterrosoPaul BowlesJoseph Brodsky y V. S. Naipaul, con estilo ágil, en el que mezcla ensayo, relato y técnicas de la biografía.
En estos ensayos-relato pesa más la biografía. Le siguen reflexiones oportunas acerca de las características de cada autor. Sobresale una de sus intenciones: esquivar la academia, el engolamiento y la saturación de teoría.
Cuando me refiero a biografías, es preciso aclarar que las aquí presentadas no obedecen a un esquema lineal y esquemático de biografiar: fechas de nacimiento, de aconteceres importantes en la vida del autor, y para finalizar, de su muerte. Con tal secuencia inamovible.
No son “cartas” de papelería: las fechas imprescindibles las da en el momento adecuado, sin repetir dicho orden en las otras.
La biografía importa en el texto de Ramiro Aguirre, pero como ayuda para comprender al autor y su producto literario.

III. “Monografías” a partir de lo biográfico
La acumulación de estas biografías puede ofrecer elementos para elaborar “monografías” que:
a) Nos descubran los vuelcos y pulsos de una época a través de sus escritores. Dicho de otra forma, cómo entendieron su entorno y cultura. De qué manera influyeron en el mismo.
b) Cómo repercuten los acontecimientos nacionales o internacionales en la obra de un autor. Cómo les afectó.
c) Reflejos de época en su literatura.
d) Vestigios de su vida personal en su producción literaria.
e) Etcétera, lo que nos encauza a lo sociológico o sicológico en la literatura, faceta que obliga a discurrir con algún método de análisis e irremediablemente nos enfanga en la academia.
Este libro, sin buscar lo anterior, en conjunto responde a varios de tales planteamientos.

IV. Lo de uno en “todos”
Con el afán de ver qué hay detrás de estas biografías, encontré que en los biografiados existen muchas coincidencias, las que en sentido riguroso, no lo son: no hay efectos sin causa. El autor de El hilo negro, de forma consciente o inconsciente, aglutina tales aspectos y los evidencia. Veamos.
Casi todos los autores que reseñó, vivieron una niñez, que en el mejor de los casos, fue solitaria. Augusto Monterroso el más afortunado. En el peor, sufrieron violencia intrafamiliar. Un extremo de ésta, la padecida por Charles Bukowsky. Víctimas de enfermos de alcoholismo o neuróticos sin curación. Ello los obligó a crecer en constante conflicto con sus padres o familia.
Otro aspecto que los unifica es el de las penurias económicas desde la infancia, en la adolescencia o en grandes porciones de su vida. Van de empleo en empleo, lo que muchas veces apenas les permite subsistir. Lo dejan por voluntad propia o los corren. De vendeobjetos a periodistas por mientras. Ya con oficio, algunos serán corresponsales de revistas con distribución internacional y designaciones concretas de trabajo. Hasta uno de ellos (Graham Greene) servirá como espía a las órdenes de Inglaterra, a la vez que escribe para Life.
Que hayan dejado la universidad o la consideraran no indispensable, constituye otro de los matices de su personalidad. Son autodidactos con un plan preconcebido. Una obsesión los alimenta: quieren ser escritores. De nuevo Monterroso es un caso especial: recibe clases particulares. El nivel económico de sus padres lo permite. Los demás creyeron que la mejor universidad es la vida in situ, el transcurrir y la observación de los acontecimientos.
La mayoría de estos escritores conoció los “bajos fondos” de la sociedad: arrabales, zonas calientes, barrios bravos, los tumultos, en el límite entre la delincuencia desorganizada y el abismo de la pauperización. Pobreza que busca satisfacer requerimientos por las vías de la transgresión. Cuando no, la picardía fue el antídoto contra los modales cultos.
Cuando no procedían de una familia en que el padre aspiró a ser escritor o fue periodista profesional o aficionado, el consejo habitual era: dedícate a una profesión de provecho: no pierdas tu vida inútilmente. Pocos viven con decencia de eso. Parientes y conocidos no podían entender los dictámenes de la vocación.
Como consecuencia de vivir de forma congruente sus preocupaciones literarias y su pasión por escribir, vieron con claridad la estructura económico-política de su entorno y sus trampas: la mayoría criticó lo falaz del “sueño americano”, su consumismo glotón, sus afanes de riqueza, su ir tras la felicidad en donde no puede ser encontrada. Unos lo hacen con sarcasmo, otros permiten que las tramas de sus novelas desenmascaren lo encubierto.
En apariencia lejos de la historia, pero no de las historias, reflejaron los aconteceres históricos importantes en el mundo o sus repercusiones: desde la prolongación de la revuelta cristera en México (Graham Greene), hasta conflictos bélicos en Asia y África. También movimientos independentistas de varios países del tercer mundo.
El lado oscuro del corazón podría ser una frase que identifique a la mayoría de estos escritores. Otra vez, excepto Monterroso. Escriben desde la derrota, pero siempre cuidadosos de salvaguardar los valores de libertad y justicia. En lo personal, todos fueron independientes hasta donde las circunstancias lo permitían.
Muchos de estos escritores serán trotamundos, viajeros contumaces por adicción o por trabajo. De un país brincan a otro y de un continente al de más allá. Mundializados y mundializadores sin pretenderlo. Su producción lleva a los lectores a ver el mundo desde una órbita no folclorista. Descubren en cada obra las características específicas de las culturas a que se refieren. Monterroso es el no tan “movedizo”, el que limita su territorio a Centroamérica y México. En todos existe una visión universal, totalizadora, la que parte de lo personal: el individuo como ente similar a otro del planeta.
Ser trotamundos quizá resulte del sentimiento de desarraigo de algunos de estos escritores. Con raíces diferentes al lugar en donde radicaron, fueron de muchos entornos y a profundidad tal vez de ninguno. En todo caso escribir fue su universo, territorio que transportaban consigo a donde fuesen. Territorio que se agrandó con la suma de experiencias y el vivir en la patria afectiva de las personas que trataron.

V. Qué y para qué escribir
Una preocupación constante del autor de El hilo negro es transmitirnos el sentir de sus biografiados con relación a la escritura: qué y para qué escribir, además del cómo hacerlo. El qué se los dicta la experiencia, ya sean argumentos guardados o resguardados en su memoria o la síntesis después de acumular reportajes y anotar lo visto.
Este qué, para qué y cómo, hace formular a estos escritores una serie de parámetros: escribir no es dar noticias, sino envolver los acontecimientos con un tono que los haga memorables. Lo memorable no radica en los estilos recargados. Podríamos afirmar que hacen periodismo literario: estilo directo, ausencia de adornos, eficacia expresiva…
Junto a lo anterior en la forma, el fondo será retratar a sus personajes. Oírlos hablar, ver cómo se mueven, qué los angustia, de qué manera transmiten su pensamiento a los demás. Una vez salvaguardado lo fundamental, unos se inclinan por el realismo sucio (Charles Bukowsky) y otros por la ironización. De malditos la mayoría tiene un poco.
Otros hacen montajes con situaciones de su vida o personas cercanas a ellos. Ya víctimas de las circunstancias o reflejo de lo que observan, creen que escribir es una responsabilidad y que, indiferentes o no a los valores morales, sus conductas repercuten en el entorno.
Escribir será la consecuencia de haber vivido lo que luego llegará al papel. Que el tiempo no se evapore. Que nos recuperemos en lo escrito. Somos historia si la hacemos letra. Tal postura los presiona a ser autobiográficos o con pinceladas de su biografía en el perfil de sus personajes.

VI. Los trasfondos
Ramiro Aguirre encontró los hilos negros que buscaron los autores que reseña: vivimos en sociedades que no ofrecen un desarrollo igualitario. Esto permite que algunos declaren sin declarar, o haciéndolo, que simpatizan con la marginalidad. No quieren salvar a las clases en abandono, sino dejar claro que éstas constituyen los idóneos para sus fotografías.
De forma directa o indirecta, ponen en claro las trampas del capitalismo: que la multitud subsista como mano de obra rentable, para que una minoría tenga abundancia. Describen la desintegración de la burguesía, la soledad como resultado del individualismo y lo difícil que es alcanzar la felicidad pregonada.

VII. Conclusión
El hilo negro, de Ramiro Aguirre, ofrece la oportunidad de tener acceso de manera sintética, a una bibliografía amplia sobre dichos autores. Hay que aprovechar este desbroce de vías.

* Texto leído en la presentación de El hilo negro, el 14 de octubre de 2010, en la Alianza Francesa, GuadalajaraJal.

20150715

Caudales, reseña de Alejandra Díaz

Entre Caudales

 Abrir la tempestad y la calma

Alejandra Díaz

Si nos adentramos por curiosidad en Caudales de Francisco Pamplona, una corriente de marea nos atrapa y nos lleva hasta sus profundidades. Abrir Caudales hace innecesario dividir el mar para atravesarlo en seco como lo hicieron los israelitas guiados por Moisés, además, en este caso no caben ni la angustia ni la prisa por darse a la huida. Se trata más bien de sumergirse en su intensidad lírica y en la atemporalidad de sus ensoñaciones. Nos vienen ecos de palabras y paisajes perdidos, un mundo que mira el poeta desde aquellos sitios suyos, lugares del entendimiento “en los que no existe tregua en la fatiga” (Pamplona, p. 24). Así como Claude Debussy pintó el diálogo entre el viento y el mar con música en La mer, Pamplona dibuja un océano de mundos perdidos, los de sus vivencias y sus lecturas. La composición del libro es un contrapunto entre la calma y la tempestad, desde lo más hondo hasta las tormentas más espectaculares en la superficie de su ser.
En la poesía lírica griega, el poeta es sensible a la música de la naturaleza, a la danza de las ninfas y con mayor consideración a la voz de la Musa, es oyente antes de dar alumbramiento a sus palabras, inspiradas tantas veces en la presencia del océano, fundamental para el hombre de la Grecia y la Roma antiguas. La cosmogonía y la lírica clásicas quedan manifiestas por Pamplona entre las páginas del libro. Del caos al cosmos, del mito al logos, y de vuelta... tales alusiones son latentes, sólo en un momento se explicita:

Junto a mí   escucho la voz que me sigue desde ese mundo perdido: “cerca de lo lejos” dice el poeta y una voz atronadora corrige: “distante de lo próximo” 
[…]
Junto a mí   el que habla me conmina, exige una respuesta   “El logos se derrumba” dice el filósofo y una voz sosegada corrige: “apenas viene a ser” (Pamplona, p. 29)

Los influjos de la literatura griega lucen entre líneas, una de las imágenes que dan título a la segunda parte del libro: "la cresta de la ola" la hallamos en el lírico de Teos, Anacreonte (siglo VI a. C.): “en la ola cana me sumerjo, ebrio de amor” (p. 93). En tiempos antiguos, el poeta obtenía el entusiasmo por medio de un trago de agua de la fuente de las Musas (Otto, p. 31), Pamplona, como Anacreonte, ebrio de amor muestra su ars bibendi en el epílogo de Caudales, “En la cantina”, donde se lee: “El segundo sorbo viene con una sonrisa, no puede ser otra cosa más que el recuerdo tuyo desbordado a mis labios.” (p. 101). Y así vienen y van las olas, que llegan hasta las estrellas con la furia del viento, como en el Libro primero de la Eneida de Virgilio: Mientras así se lamenta la tempestad [...] unos quedan suspendidos sobre la cresta de una ola, a otros el mar, abriéndose, les deja ver el fondo entre el oleaje; la arena y el mar se mezclan enfurecidos” (p. 43).
En tiempos más recientes, la simplificación y fragmentación del lenguaje en el texting parecen haber callado a la Musa, no sólo para los amantes del ruido sino para las nuevas generaciones de “poetas”. Si pensamos en el origen del habla, en el ir de la vocalización animal al lenguaje humano, podemos imaginar al homo pictor, productor no exclusivo de pinturas rupestres sobre la caza, sino también aquellas representaciones de todo lo que le rebasa: las amenazas a su supervivencia, la incertidumbre, lo que hay más allá de su horizonte y su experiencia. Se trata de una proyección de escenarios peligrosos que se construyen a través de su imaginación, la metáfora como guía de la curiosidad teórica en su estado primigenio (Vid. Blumenberg, pp. 11-41). Son la angustia y el miedo sensaciones capaces de paralizar al hombre y de hacerle surgir un ritmo interior que se esfuerza por ser resuelto en palabras. Tal y como lo expresó Paul Valéry a propósito de Cementerio marino: “esta intención, que me obsesionó durante cierto tiempo, inicialmente no fue más que una figura rítmica vacía, o llena de sílabas vanas” (Paul Valéry, Varieté, 3, p. 63. Apud. Walter F. Otto, p. 84).

Al soplo de tus narices retroceden las aguas,
las olas se paran como murallas;
los torbellinos cuajan en medio del mar.
(Éxodo, 15:8)

Del homo faber al pretendido homo sapiens se han desarrollado formas cada vez más complejas de superar a la amenazante naturaleza, se han construido barreras contra ella; el caso más espectacular, hasta ahora, es el del proyecto de un gran muro en Japón para detener tsunamis; no hay garantía absoluta de su eficacia, pero lo que sí hay es una gran fe en la tecnología. Se hiere al paisaje, se interviene el horizonte sensible para no tenerlo enfrente nunca más. Pero en este mundo de sociedad informacional y hombres que piensan en detener al océano con una muralla, quedan unos cuantos poetas como Francisco Pamplona que se refugian en imágenes pasadas, que se escapan a mundos perdidos y que se aventuran a escucharlos. El erudito del mundo griego Walter F. Otto ha sentenciado que “sólo cuando hayamos comprendido la lengua como música podremos aproximarnos a la pregunta acerca de qué ha significado esta clase especial de música.” (Otto, p. 70).

Tú descubres al mar como una ñiña
y piensas en la eternidad
 (Pamplona, p.13)

En lo que respecta a la atemporalidad de las ensoñaciones en Caudales, no podríamos dejar de referirnos a Octavio Paz, el ineludible (si no por su originalidad, por haber dicho todo con la agudeza y la claridad que le fueron propias): “la poesía parece escapar a la ley de gravedad de la historia porque su palabra nunca es enteramente histórica” (Paz, p. 193). Las palabras del poeta son históricas porque pertenecen a un momento del habla, que es su contexto, pero a la vez su poesía es un comienzo absoluto, una creación. El poeta puede pasearse por el tiempo, “transmutarlo sin abstraerlo” (Paz, p. 191), puede hacer proyecciones y memorias sin leyes físicas, está plantado frente a un horizonte sensible, pero no necesariamente real, creado por sí mismo; el “Horizonte”, según Gadamer, evoca la experiencia viva que todos conocemos. La mirada está dirigida hacia el infinito de la lejanía, y este infinito retrocede ante nosotros con cada esfuerzo, por grande que sea, y con cada paso, por grande que sea, se abren siempre otros nuevos horizontes. El mundo es en este sentido para nosotros un espacio sin límites en medio del cual estamos y buscamos nuestra propia orientación. (Gadamer, p. 118). Para el poeta, los límites del horizonte son alimentados y delimitados por sus propios temores:

            En la playa veo una mujer que camina sola
            Hacia un pequeño acantilado
                                                  La imagino hermosa
            No lo sabré pues tengo que alejarme
            (no sé por qué pero tengo que alejarme)
            Lo hago indiferente y pienso y pienso
            En descansar y en alejarme

            Una arritmia súbita quiere acabar con mi corazón
            Y (pienso tropezando) con mi vida
            Respiro agitado     Respiro queriendo absorber
la vida que me queda (eso pienso tropezando)
(Pamplona, p. 45)

Francisco Pamplona escribe “contra toda la fuerza de las olas”, el poeta es sensible al dolor humano y al de la misma naturaleza, ¿quién puede sentir vértigo por el amor y la muerte sino él?:

Vuelvo la mirada y el horizonte desprende bruma gris
delante de los resplandores del ocaso
Regreso a pie por dentro de mí mirando afuera
Me distraigo en detalles fútiles:
                                                Mujeres que no tendré
                        Manzanas y vinos que me amargan
Calles que no andaré:
            Filosofía  ciencia    revolución
                                                Todo importa y nada importa
[…]
            Que todo cambie       que surja sin cesar la vida
saldar cuentas    viajar   arrojar todo por la borda
Sentir el mar   el vaho cálido del mar en mí desnudo

Sentir las aguas del río que limpian todo dos veces
                                                            morir ahora
Es preciso desembocar en los deseos        es preciso

                                                quiero morir ahora
(Pamplona, p. 57-58)

Y si es el poeta sensible a la compasión, ¿cómo ha de aliviarse de los horrores del mundo? ¿Escribiéndolos? En Un amigo reflexiona sobre la compasión (escrito después de leer La tumba de las luciérnagas de Akiyuki Nosaka), se lee la voz de quien ha detenido su sensibilidad frente a un mundo apocalíptico:

            No pienso en los inocentes que no deben morir
            porque son inocentes:
            Que sufran y encuentren
            que la vida es implacable
            (Pamplona, p. 28)

 Porque todos los cantos vienen del dolor de ser terrenal, de la experiencia del dolor que es vivir, dolor que se disimula hasta en la más pura alegría, ¿habría que seguir rechazando sistemáticamente lo real por absurdo?, filosofía, ciencia, revolución, desencanto...

Sólo un ángel desencantado
podría hablar de lo que ocurre en mi pecho
[…]
El ángel podría mentir y aún
hablar de la verdad
que observa en mí cuando camino
cuando a solas pienso en los veranos
que me arrasan
que asesinan mi sustancia:
desmesurada herida que me escinde
(Pamplona, p. 24)

Ráfagas de bombas como un aguacero de verano (Vid. Nosaka, passim), el Cuarteto para el fin de los tiempos de Messiaen, la angustia primitiva del hombre, la sensación de amenaza que lo ha llevado a poner nombre a las cosas para aliviarse de su extrañamiento y finalmente dar forma a historias para entender el mundo y explicarlo. Una música, emanada desde el abismo, llega a la superficie en el estallido de un géiser, que se abre hasta dar paso a una gran ola, que destruye el muro hecho por los humanos: es la Palabra que consigue al fin su alumbramiento al ser escrita por el poeta, aún sensible a la resonancia de la natura, es el poeta frente al infatigable mar.


Bibliografía

     Anacreonte. Poemas y fragmentos (Introducción y notas de Mauricio López Noriega). México: Textofilia Editores, 2009.

     Blumenberg, Hans. Trabajo sobre el mito. Barcelona: Paidós, 2003.
Gadamer, Hans-Georg. "La diversidad de las lenguas y la comprensión del mundo" en       Koselleck, Reinhardt; Hans Georg Gadamer. Historia y hermenéutica. Barcelona: Paidós, 1997.
     Otto, Walter F. Las Musas. Madrid: Ediciones Siruela, 2005.
     Nosaka, Akiyuki. La tumba de las luciérnagas y Las algas americanas. Barcelona: El acantilado, 1999.
     Paz, Octavio. El arco y la lira, en el tomo "La casa de la presencia" de las obras completras. México: FCE, pp. 15-297.
     Pamplona, Francisco. Caudales. Guadalajara: La Zonámbula Editorial, 2015.
     Virgilio. La Eneida. Barcelona: Editorial Bruguera, 1968.

20140801

Mujer rota y continente

Un libro que impacta el alma de quien lo lee


Por Virginia Perez-Santalla *


Ah, dirán algunos sin leerlo, otro libro de poemas. ¡Qué lejos de la realidad estarían! No es “otro” libro de poemas. Margarita Hernández Contreras, nacida en Guadalajara, México, es una escritora que obsequia al lector con sus ideas, sus pensamientos, sus sentimientos y, al hacerlo, causa gran impacto en el alma de quien los lee. Una vez que se abren las primeras páginas del poemario, no se puede dejar de lado.

Escrito en verso libre, sin uso de mayúsculas ni puntuación en su mayor parte, inmediatamente logra que el lector se dé cuenta que no va a leer solo por leer, no. Sabrá que el libro es uno que hay que saborear, que dedicarle atención a cada poema, a cada estrofa, pensar en ella, visualizarla, dejarse llevar por la emoción. Al leer varios versos sin mayúsculas y de pronto enfrentarse con uno en el que se emplean, el lector siente que lo han sorprendido. Temporalmente, y de modo imperceptible, se le rompe el ritmo de la lectura que, pasada la sorpresa, vuelve a seguir con dedicación. ¿Sería la intención de la escritora destacar ciertas expresiones, darle una sacudida al lector, dejarle ver que la vida cambia?
Solo ella lo sabe.

Margarita Hernández Contreras nos conduce por el camino de sus experiencias como un vendaval. Uno sufre el daño, percibido o real, que la poeta sintió durante las épocas evocadas en esos poemas. En las siguientes estrofas podemos apreciar cómo le afectó que la consideraran gorda durante su niñez.

Diario de la desprotegida
...
sobrevivir en la médula del terror
desoír al cuerpo en su inmediatez
para escucharlo por vez primera
hacerse de oídos sordos
y aguzar el corazón para escucharlo
con sus anhelos secretos
ocultos tras el escudo de carne grasa

ay, las lágrimas, ¡cuántas!
nadie sabe, nadie entiende
el arrojo a pesar del abismo que se abre

¿cómo supiste que había que ocultar la gordura,
que eras asquerosa, digna de lástimas, de burlas,
que tenías que esconderte?

El dolor sufrido por la niña hecha mujer se siente en lo profundo del ser y uno desea ampararla, protegerla. El poema despierta en el lector la curiosidad de saber si la niña sobrepasó el calificativo hiriente convirtiéndose en una mujer satisfecha consigo misma.


En varios poemas, Margarita nos deja apreciar con gran intensidad diferentes contactos entre un hombre y una mujer. Al leerlos, la pasión y emoción que transmiten estremecerán al lector.

En otros, uno se encuentra con imágenes potentes como si realmente las tuviera delante de sus ojos. Los poemas “Lunaciones” y “Agosto repetido” son ejemplos perfectos, como podrán apreciar en las estrofas citadas a continuación.

Lunaciones

Luna sola

laguna espejo sosegado
jazz en busca de la luna
la ventana abierta con su cortina ondeando
el cuarto iluminado por la llama de la vela

el olor de la canela se abraza al de las rosas
mis manos aves en reposo
se anidan y buscan la tibieza de mi regazo

….

Agostos repetidos

soy monumento en los escombros del olvido
la ciudad y nuestra historia, diáfanas alguna vez
ahora son desiertos donde el silencio rueda
largo como la palabra agosto.


En su poemario, Margarita Hernández Contreras nos lleva por caminos llenos de emoción dejando intensas huellas en lo más recóndito de nuestro ser. El lector regresará al libro una y otra vez. Cada una de esas veces la lectura dejará una huella diferente y se sentirá siempre agradecido de que la poeta le haya permitido vislumbrar su corazón.


* Virginia Perez-Santalla es traductora certificada por la ATA (Asociación de Traductores [Norte]Americanosasí como intérprete judicial y de conferencias, certificada por el gobierno de Estados Unidos. Ha servido 11 años como miembro de la Directiva de la ATA.

20140716

La luz bajo cerrojos

Abrir los cerrojos de “La Luz Bajo Cerrojos”

Por: Rodolfo Ochoa


Más que acudir al bisturí de una teoría o un método expresaré las reflexiones que La luz bajo cerrojos, de Arturo Ipiéns (2013), dejó en un lector que se declara docto ignorante en cuanto a la ambigua y equivoca labor de etiquetar corrientes poéticas contemporáneas que, como observara en una charla Raúl Aceves, están contaminadas por gran cantidad de obras de muy distinta densidad y que, como lo precisara Luis Vicente de Aguinaga (2014), tienen un carácter ecléctico e interdisciplinario en cuanto existen “vasos comunicantes” con otras artes, aspecto este último consustancial en La Luz Bajo Cerrojos.
Y para abrir los cerrojos y atisbar la luz acerrojada, ese periplo en busca de la belleza, de la amada, se hace acompañar de María Zambrano, su guía, que con su filosofía poética marca el sendero a seguir por esos caminos que “…parecen desfiladeros, “entre el mundo cercado y el cielo que nos sueña”. Las grietas y los filos son cortantes –aspas, astillas, hélices- y dejan en el corazón laceraciones que aunque se apagan, siguen vivas para alertarnos ante nuevos riesgos (Souza Jauffred, 2013)”.
La luz bajo cerrojos es un poema de amor, es un poema de aprendizaje, de conocimiento. Los ascensos y descensos del amante por acerrojar la belleza, la verdad, la felicidad. Sus gozos y sus caídas, porque La luz bajo cerrojos es una oración, un canto de un creyente sin dios que, sin embargo, busca la luz; es un poema de aprendizaje en el que el poeta aprende de la herida que no se cierra, porque en su abertura resplandece la luz que afanosamente busca.
Y circular es el conocimiento y el amor buscado. Regresar al punto de partida una y otra vez jalonados por la esperanza hasta que ésta se acaba y que nos hace recordar aquella frase lapidaria de Dante: abandonad toda esperanza los que entráis aquí (Dante, 1922). En el canto preparatorio, en la antífona de entrada La luz bajo cerrojo, el poeta asume el abandono en que tendrá que realizar su búsqueda: sólo el agua, ese elemento primigenio, esa luz líquida.
…PÁJARO DE MÚSICA INTOCABLE
La primera parte, el primer acto de este poemario, “Granos de sal”, un grano de sal irrumpe como un “aerolito” en la vida del poeta y de Ana. Un grano de sal que escalda los labios, su memoria, que condimenta los alimentos y la vida: un grano de sal nos permite darle sentido a la vida, salir de nosotros mismos, de nuestra otredad:
¡Rápido sal de ti!
Sal de la tierra
antes que la desazón
—grano a grano—
te cubra un día
el cuerpo y el alma. (Ipiéns, 2013, pág. 15)

Somos seres de encuentros y desencuentros, que en “…Pájaro de música intocable” son azarosos, inexplicables, cuando se dan “a espaldas del destino”. Encuentros que nos alejan, de tan cercanos:
Sólo miré de lejos
—tras el vidrio—
estelas de ventisca: (Ipiéns, 2013, pág. 17)

Y en el encuentro amoroso, en ese misterio, “…Pájaro de música intocable” abreva arriesgadamente de nuestra tradición poética castellana más antigua y se describe con palabras que en sí mismas son poesía y música y tapices coloridos: boquella hamarella, yermanelas, aljamiadas, habib, …tradición que se renueva como el de la jarcha anónima del ¿siglo XI? Que fuera traducida por varios escritores como Stern (Stern S. , 1953):
Mamma ayy habibi
sujjamelo šaqrella.
el collo albo
la boquella hamrella.

¡Madre, qué amigo!
Bajo la guedejuela rubita,
el cuello albo
y la boquita coloradita (Stern).

…Tu boquella
hamarella frente a un páramo de ortigas,
collo albo y la túnica sutil
que se abriría siempre entre mis dedos (Ipiéns, 2013).

La tradición como cimiento de la modernidad. El lenguaje de “…Pájaro de música intocable” está construido con la arqueología lingüística de los latinos, los hebreos, los árabes… es la “babel de mirra y fuego” que conforma la arquitectura espiritual de Ana, es nuestra alma espiritual, es nuestra lengua. En la trama del poema “Rasgue la luz tensada un mediodía” se entrecruzan costuras que forman nuestra identidad cultural, nuestra tradición amorosa.

Las ansias de vivir, la ansiedad mecida “con canciones de cuna no aljamiadas” y “el dulcémele tocado en la penumbra/por la abuela”. La ansiedad que crece y nos desborda con cada nuevo vínculo:

Sólo al principio una luz
Violenta, un giro de cuchilla (Ipiéns, 2013, pág. 22).

Este viaje cuyos caminos convergen en la memoria en “los vestíbulos del alba”, en el que se hace el primer descubrimiento una vez pasado el asombro: Eros “comunica a la luz con la sombra, al mundo sensible con las ideas (Paz, 1999)”; la luz, el alma, en inasible para nuestras ansias, no hay luz que apague esta sed de felicidad y de eternidad:
Entro en tu soledad
Sin romper el aroma
Que te anuda a la tierra,
Así ya no me olvido
Que tu alma es un pájaro
De música intocable.

Con este poema termina la primera parte del poemario, al que le sigue “…entre el fósforo y la sal” y “… la luz bajo cerrojos” que sobre las “Almohadas”, testigos involuntarios e inmutables de nuestros pensamientos y nuestras lágrimas, continua el viaje de nuestro poeta tratando de arrancarse los huesos y ponerlos a la “espalda” y encontrar un refugio para la intemperies que nos producen las pérdidas que hacen que nos enlutemos –que nos privemos de luz- y lleguemos a la sapiente conclusión de que:
Fue sólo
un deseo: poner el nombre
de la luz bajo cerrojos.

Luz inacerrojable como estos poemas que torpemente reflexiono en la oscuridad de mi inteligencia en espera de que, otros lectores, inicien a su vez ese recorrido propuesto en los versos de La luz bajo cerrojos.

Bibliografía:
Dante, A. (1922). La divina comedia. Buenos Aires: Centro Cultural "latium".
Ipiéns, A. (2013). La luz bajo cerrojos. Guadalajara: La Zonambula.
Paz, O. (1999). La llama doble. México: Seix Barral.
Souza Jauffred, J. (2013). La luz bajo cerrojos. En A. Ipiéns, La luz bajo cerrojos (pág. 84). Guadalajara: La zonambula.
Stern. (s.f.). Jarchas.Net. Recuperado el 2 de julio de 2014, de http://www.jarchas.net/jarcha-35.html
Stern, S. (1953). Les chanson mozarabe. Palermo.
Vicente de Aguinaga, L. (2014). Cada cosa se disgrega en palabras. Crítica.


Guadalajara, Jalisco 3 de junio del 2014

http://todoennoticia.com.mx/occidente-municipios-jalisco/cerda-martha-mientras-agonizas-la-zonambula-2020/