Autor: Ramiro Aguirre
Arandas, Jalisco, 1960. Poeta, ensayista narrador. Ha publicado los libros Huellas en la niebla (Mala Estrella, 1995), Astillas de agualumbre (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1995), Plaga de la tierra (CECA-Jal,2005), El hilo negro (La Zonámbula, 2010), Historia de la niña Frida y los demonios ( C & F Ediciones, 2010). Poemas y (2001), Poesía viva de Jalisco (2004), La mujer rota (2008), 101 poetas/ 101 pintores (2009), Ocho insomnios (2011), Tordo de agua (2012) 12:!2 De la resolana al sereno (2012). Sus poemas, ensayos, relatos y artículos se han publicado en revistas, periódicos y diarios locales y nacionales.
Michelangelo Buonarroti
Con paciencia de santo, acometimiento de guerrero y fortaleza de galeote, toda la vida vivió uncido a su trabajo como un caballo a la noria. Siempre hirvieron en su cabeza los demonios del arte, los duendes de lo sublime.
De niño asistió a la escuela, pero fue pésimo estudiante: pasaba el tiempo dibujando, y cuando llegaba a su casa, pintaba en las paredes.
Aprovechando las horas de la noche, entraba sin ser visto al hospital central de Florencia para estudiar anatomía en los cadáveres: pronto supo la forma y lugar exactos de todos los músculos del cuerpo. Más tarde hizo esculturas con tal dinamismo interno que bien parecían seres vivos.
Sumido en el sentir más profundo de su arte, vivió solo, acompañado sólo de su soledad. En sus días postreros, enfermo, escribió: "Mis oídos no cesan de zumbar. Mi catarro no me deja dormir. He aquí la meta a que me condujo el arte que me otorgó la gloria. Pobre viejo derrengado, estoy deshecho si la muerte no viene pronto en mi auxilio".
Un día de febrero de 1564 la muerte, esa dama que aunque tarde siempre llega, condescendió con él.
En seguida, les compartimos un texto que escribió Carlos Bustos acerca de BIOGRAFFITTI
1.
En palabras de su autor, los
textos de Biograffitti se asemejan,
en su brevedad, a aquellos mensajes sugerentes o enigmáticos que podemos leer
en los muros de la ciudad. Las biografías que Ramiro Aguirre ha compuesto para
este volumen, agregando de su propia cosecha detalles imaginarios o hechos
imposibles, se pueden entender como postales prodigiosas dedicadas a las vidas
de grandes hombres.
Si algo llama la atención de la prosa de Ramiro Aguirre, y de ello su nuevo
libro vuelve a ser un buen ejemplo, es esa fluidez con la que se desliza
sinuosamente que nos anima a dejarnos llevar, y una extraña capacidad para
contar una existencia sobresaliente como si fuese un evento fantástico. No
hablo de realismo mágico, sino de la magia del realismo: esos momentos de
desconcierto en los que nos damos cuenta de que la realidad ha superado por
enésima vez a la ficción y ha usurpado su lugar.
Una de las claves de la
experiencia de la vida, de su ejercicio, es la mirada extraña; es decir, esa
otra forma de mirar hacia el acontecer, hacia el asombro y el misterio. De esto
sabe y conoce Ramiro, quien desde hace años trabaja la poesía, la gran
disciplina de la sugerencia y el silencio. La disciplina del simulacro. Y es
gracias a esa experiencia, que Ramiro entiende perfectamente los mecanismos para
que la palabra despliegue los silencios medidos y así medir el mundo, ajustarlo
a imágenes que sólo la literatura hace posible; el mismo aliento necesario para
que la palabra quede varada en lugares soñados por el artista, y a los que guiará
a quien esté dispuesto a ampliar territorios sensoriales y extender la
geografía de su conocimiento.
Biograffitti es un libro de ensayos contundente y
versátil a pesar de su precisión, de cierta obsesión por reducir la expresión,
y su significado, al mínimo. Un conjunto de 48 biografías, más emparentadas con
el microrrelato, que deja en la boca del lector un sabor a hogar abstracto,
quizá perdido o sólo imaginado, pero un hogar que convierte a este volumen en
un título atractivo y singular. Gracias a un ejercicio de la palabra que
destaca por su capacidad evocadora, este título puede y debe ser considerado
como un gran homenaje a la belleza, a la experiencia de la vida, a la constante
ficción/realidad y al cuestionamiento de uno mismo.
Cada uno de los relatos que da
vida al esqueleto de Biograffitti son
pequeñas escenografías, instantáneas que el autor entrega al lector, que huyen
de artificios, logrando edificar la vida del protagonista en turno. Ensayos que
pueden observarse como grietas de una existencia, como cuestiones en torno a lo
que se es, o sucede. Vida ficcionadas desde el argumento de la inspiración.
Los 48 ensayos que conforman Biograffitti componen una
deliciosa sinfonía narrativa. Su música, poco a poco, va envolviendo al lector
que descubre pequeñas complicidades que destellan de un ensayo a otro. A veces
en esos espacios marcados por la lejanía, nos cuenta historias pretéritas para
reavivar dramas presentes. El lector se convierte en testigo del cruel
asesinato de Rasputín, que trae consigo una enfermedad insospechada. Asistimos
a la vida del genial músico Beethoven, de quien no decir nada es la única
manera de contarlo todo. Algunos ensayos breves resultan enormes, como el de Hans
Christian Andersen, muchachito de semblante infeliz, que sin sospecharlo
modificará para siempre el rostro del firmamento que hoy conocemos. Y también hay
espacio para las historias sorprendentes como la dedicada a contarnos del poeta,
músico y novelista, Tagore, quien
dedicó su prodigiosa vida sólo a sentir.
Hay que decirlo, Biograffitti me ha resultado un
descubrimiento feliz, con ese fondo de reflexiva melancolía y cierto desenfado.
Adentrarse en la espesura de los 48 ensayos que Ramiro Aguirre nos ofrece en su segundo libro (el primero fue Hilo Negro, publicado en esta
misma editorial, y el cual también recomiendo ampliamente), es disponerse a
emprender un doble viaje, que es el mismo: uno externo, que nos llevará por
geografías y pasajes de la historia de cada protagonista, que expresa a menudo
estados del alma; y otro interno, el que hacemos a la recuperación de un
pasado, que lejos de permanecer inmóvil en la memoria, se revela de una
fragilidad que nos enfrenta a la extrañeza de la vida, cuyo recuerdo nos deja a
la intemperie, sin más protección que las palabras que lo recrean, porque como todos
intuimos: somos solo cansancio al final de este viaje, melancólicos esclavos
del recuerdo.
Lo dicho: Biograffitti es todo un placer para lectores de profundidades y
silencios.
Y ya que estamos hablando de
biografías y sus protagonistas, me parece correcto terminar esta presentación,
leyéndoles la verdadera Biograffitti
de Ramiro, y que muy pocos conocen o se han atrevido a repetir.
Ramiro Aguirre nació en Italia en
1960, procedente de una familia sefardita de El Cairo. Un año después fue
traído en secreto a Arandas, Jalisco, para cumplir con su destino. Ramiro ha transitado
por ocho reencarnaciones, además de la que vive en este momento como resultado
de sus experiencias pasadas. En esas vidas, recorrió
todos los oficios y todas las profesiones habidas y por haber. Fue domador de
los demonios de la lengua por un tiempo; caballero en la corte secreta de los
reyes holgazanes; vicario de la calamidad; sepulturero de las causas perdidas;
bufón de Dios; labriego de los pecados; acróbata de las tristezas y las
debilidades; impostor de la memoria; cómplice del absurdo y amante de la
locura. En resumen, todas aquellas cualidades que se necesitan para ser buen escritor
y poeta.
Desde su llegada a Guadalajara, y para todos los que lo
conocen, Ramiro Aguirre se desempeña como un esforzado y sensible abogado que
protege la ley en los tribunales; sin embargo, la leyenda urbana asegura que, envuelto
por las sombras de la noche, Aguirre se transforma en un fiero paladín
encapotado que combate la injusticia, y ayuda a uno que otro millonario
desamparado otorgándole hasta un 25% de descuento sobre el costo de sus
honorarios.
En el 2016, la sonda espacial Mariner será lanzada para investigar los confines de nuestro
sistema solar. La NASA ha confirmado que llevará dos discos: uno con los
sonidos de la tierra, y otro, con los poemas, ensayos, relatos y artículos de
Ramiro Aguirre, como prueba incuestionable, para otras posibles civilizaciones,
de que la inteligencia y el buen gusto pueden provenir de este planeta.
Carlos Bustos