20080221

Pausa Poética- Catálogo

Si la pausa, la dimensión del espíritu

por Enrique Carlos

Al terminar de leer Si la pausa de Jorge Orendáin, espectros como Li Po en China, Matsuo Bashoo en Japón o José Juan Tablada en nuestra Latinoamérica, no dejan de rondarme. No puedo mantenerme alejado de la relación casi obligada que encuentro entre los textos de este libro y la estructura poética del Japón haiku, aunque en Si la pausa se trate de poemas no sometidos a ninguna métrica, rima o cantidad de versos específicos, mantienen cada uno de ellos el espíritu primario de dicha estructura oriental: la brevedad del instante profundo y, por profundo, eterno.
Dice un poema de Damaris Calderón: La delicadeza/ del haiku/ es/ la delicadeza/ de las huellas/ de las patas/ de las garzas/ cuando se tratan/ de atrapar/ las palabras/ del haiku/ como las garzas/ ya han alzado el vuelo. Dicho esto, es evidente que la grandeza y complejidad de un haiku se encuentra en la delicadeza y en lo efímero, otras cualidades encontradas en los poemas de Jorge, poemas destinados forzosamente a varias lecturas. En voz propia diría que este libro es un suspiro entre una palabra y otra, cuando algo nos ha obligado a detenernos; es sencillo, pasajero, rápido, pero hay que tener los sentidos bien abiertos para ver, que proviene del más profundo sentimiento, del más profundo ser.
Hablar del lenguaje, del texto mismo, es complicado en poemas tan breves. Sin embargo, cabe destacar la limpieza con que están construidos, la certeza con que se ataca al poema, sin titubeos, ninguna palabra tambalea, de una sigue la otra hasta el final y cada final es firme, pero con la necesidad de continuar otro principio. Una sensación de círculo, una sensación de pausa únicamente con la finalidad de continuar inundan el libro. Cito un poema que mejor que yo lo ejemplifica:

Esperar la muerte

no es dejar que la vida muera.

Si nos dejamos morir
iniciamos la escritura
de otro nacimiento.

Es también predominante una sensación de eco, la que estos textos nos dejan, pareciera que en ellos está escrito sólo la mitad del poema, poema que el lector debe redondear después de su lectura. Decía Stéphane Mallarmé que las partes en blanco del poema eran más importantes que las escritas; en estos poemas, tan breves, nos queda casi la hoja por completo en blanco, una pausa larga, que separa a un poema del otro tal vez, para escuchar los ecos que en nuestros cuerpos resuenan, para mirar con telescopios de papel todo el contexto que al poema le rodea. Encuentro temas recurrentes, materias primas con las que Jorge teje su discurso, como la obsesión, la melancolía, la poesía misma y la filosofía.
La obsesión se encuentra en todo el libro en modo de suposición, preguntas recurrentes y la necesidad de cuestionar ciertas verdades para inventar nuevos horizontes. La melancolía está presente de un modo más desapercibido, como una gota de colorante azul en un vaso de agua, o una tarde cualquiera en la que siempre está por demás la lluvia. La poética aparece en varias ocasiones, como un resultado aparentemente accidental al ver y vivir el mundo desde los ojos de un poeta. Por ultimo, la filosofía recorre como columna vertebral el libro, sin embargo, llama mi atención cuando le hace frente a Dios, concepto tan amplio y desgastado, de un modo sorprendentemente elocuente y humano; vale la pena citar uno de estos poemas:

Si pensamos en un dios
le manifestamos al mundo
nuestra desdicha.

Si somos desdichados
le decimos al mundo
la importancia de un dios.

Se encuentran también de forma esporádica poemas íntimos, acaso misteriosos, sentimentales, lo que le da al libro calidez y cercanía. Otras veces se tropieza con poemas aforísmicos, poemas que terminan por decorar el poemario con un tono de juego, más nunca juguetón. Citar ejemplos de todo esto sería citar el libro por completo, cada texto tiene su valor y su entraña, sus raíces en algo profundo y significativo. Sin embargo, me detendré en un poema más, para terminar este comentario, creo que podría ser un pequeño autorretrato del autor y de su espíritu haijin o haikusero:

Si de los ojos se descubre
el decir del alma,
de las palabras se refleja
la dimensión del espíritu.


POR SI LA RECUA ($ 50.00)
Dora Moro


Dora Moro nació en Guadalajara en 1969. Sus artículos y poemas han aparecido en las revistas Tierra Adentro, El Subterráneo, La voz de la Esfinge, Letras de Michoacán, Foro Multidisciplinario de la Universidad Intercontinental, Alforja virtual, entre otras. Ha impartido cursos y talleres desde 1993 en distintas universidades, en la SOGEM y en foros independientes. Pertenece a la Red Autónoma de Talleres Literarios, A. C. Viajera obstinada a festivales dentro del país y en el extranjero, perpetrando lecturas y performances para hacer circular la poesía. Actualmente trabaja en un proyecto llamado Teoría de la Poesía Fractal. Su hipótesis del suicidio como método seguro de publicación sigue en veremos.






POLVO LUGAR
Xitlálitl Rodríguez Mendoza

Xitlálitl Rodríguez Mendoza
(
Guadalajara
, Jal. 1982). Estudió la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara, y fue estudiante de intercambio en la Universidad Rennes II-Haute Bretagne, en Francia. Ha colaborado en revistas de circulación local y nacional. En 2001 ganó el premio de Poesía y Cuento del ITESO en la categoría de poesía. Aparece en la antología Poesía viva de Jalisco (Secretaría de Cultura de Jalisco, 2002). Actualmente es miembro del consejo editorial de la revista Reverso y trabaja en el Conaculta y en Grupo Milenio.









CABRONCITO STANDARD
Carlos Alberto Cortés

Carlos Alberto Cortés nació en Hostotipaquillo, Jalisco en 1976. Desde 1984 reside en Guadalajara. Integrante por varios años del antitaller de poesía "César Vallejo" coordinado por Raúl Bañuelos. También cursó dos años la carrera de canto en el Departamento de Música de la Universidad de Guadalajara. Ha publicado poemas en las revistas Espejo humeante, Prisma volante, Tierra baldía, Memoria de la voz, y en el suplemento literario "La furia del pez" del periódico El Financiero. También aparece en las antologías Son de marzo y Figuración de instantes, de la Universidad de Guanajuato, y en Poesía viva de Jalisco, de la Universidad de Guadalajara.








TRANSMUTACIÓN INCORPÓREA
Arnulfo Sepúlveda Gutiérrez

Arnulfo Sepúlveda Gutierrez (Guadalajara, Jal., 1963) asistió al taller literario “César Vallejo” que coordinó Raúl Bañuelos en el Departamento de Estudios Literarios de la UdeG. De junio de 1996 a mayo de 1997 editó la revista mensual de poesía Presencias. Ha publicado en muy diversos suplementos y revistas locales y nacionales. Recibió mención honorífica en el premio de poesía de la Fundación Álica de Nayarit. Aparece en las antologías Tiro al blanco. Poesía última de Guadalajara (1998), Poesía de Jalisco del siglo XX (2001) y Poesía viva de Jalisco (2004). En 1995 apareció Variaciones, su primer libro de poemas.







POESÍA DE ESLOVAQUIA. BREVE MUESTRA
Varios

En esta muestra aparecen poetas que hicieron su aparición en el panorama literario eslovaco en los años ochenta, por lo general de forma individual. En Eslovaquia, ser un escritor joven era, en la primera mitad de los ochenta, una profesión de riesgo; entraban en conflicto las expectativas oficiales, el intento de controlar el flujo de sangre joven y la necesidad natural de los jóvenes escritores de liberarse de ese yugo. La capacidad de adaptación del régimen comunista provocó en los nuevos poetas una necesidad natural de diferenciarse de sus predecesores, especialmente de los más “resignados”, y encontrar su auténtico lugar, literariamente hablando. La legitimidad de adentrarse en la literatura eslovaca, que no pretende ser en forma alguna un manifiesto, la confirmaron después los propios autores que aquí presentamos.





PLEXILIO
Ángel Rafael Nungaray

Ángel Rafael Nungaray (Yahualica, Jalisco, 1968) es autor de los poemarios Estaciones de la noche (Secretaría de Cultura de Jalisco, 2002), En el vacío de la luz (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2002) y Morada ulterior (Secretaría de Cultura de Jalisco / Literalia, 2004). Está incluido en Poesía viva de Jalisco (Secretaría de Cultura de Jalisco / UdeG, 2004), Muestrario de letras en Jalisco (Impre-Jal., 2005), Los mejores poemas mexicanos (Joaquín Mortiz, 2006) y Animales distintos, antología de poetas mexicanos, españoles y argentinos nacidos en los sesenta (México, D.F, Arlequín / Fonca / Conaculta, 2008). Actualmente es becario del Programa para la Creación y el Desarrollo Artístico Jalisco 2008-2009. Además, ha colaborado en publicaciones como Periódico de Poesía, Ciclo Literario, Letras en Rebeldía, Mala Vida, Reverso, La Cabeza del Moro, Ventana Interior, Alforja, La Casa del Tiempo, Verso Destierro, Tierra Adentro, Literal y en el suplemento cultural del Occidental.




Por Raúl Aceves

Se trata de una poesía decantada, abstracta, antisolemne, refinada, donde hay una búsqueda de lo esencial, que merecería el calificativo de escritura ontológica o mística. Sus versos a veces se cristalizan en forma de cuasi-aforismos, y el uso heterodoxo de los signos de puntuación, como el punto y coma, y el subrayado con negritas, nos sugieren una pauta de lectura alternativa. Utiliza simbolismos e imágenes con un estilo tanto hermético, que invita a hacer un esfuerzo de desciframiento, como el que a continuación intentaré realizar, al que daré el título provisional de “lectura simbólica”. Este método consistirá en ir diciendo en prosa, lo que me sugirieron los versos de cada poema, y en ir descifrando los diversos símbolos y correspondencias que marcan el hilo rojo de la lectura, por lo que utilizaré el mismo sistema de numeración del 1 al 20.
1. Desde el inicio aparece el tema de la ceguera, más espiritual que corporal, como símbolo central aunado a otros símbolos conexos, como la sed (en el páramo del mundo) y el plexilio (un exilio de tipo ontológico). A la aridez del páramo corresponde la sed existencial, que se compara a una flecha que da en el blanco del cuerpo; en la aridez se produce la visión, la fortaleza del arco produce la transparencia, y la velocidad de la sed/ es directamente proporcional/ a la vigilia del cuerpo. Se nos introduce desde el primer poema en el sendero de una ascesis espiritual, que parte de un estado de ceguera del alma hasta llegar a la transparencia de la visión, mediante la práctica de la vigilia, es decir, del estar despiertos y alertas.
2. Existir es alejarse – nos dice-, y la escritura establece un diálogo equivalente a un abismo entre el ser y su reflejo, y pensar interrumpe ese diálogo. Dicho de otra manera, existir es alejarse del propio ser, para perderse en el reflejo.
3. Pero la fuente permanece inalterable, así como el desierto y la atávica proximidad de Dios. El agua de la vida brota de la profundidad de la fuente de el espíritu y sus cauces.
4. Por lo tanto, la sed es una bendición, es un cielo anticipado, un relámpago inmóvil en la memoria de la arboleda. La sed es la raíz del canto y del poema, el fruto flamígero. Y sólo sedientos serán invulnerables y tendrán la visión.
5. La sed se sujeta a la ley del cuerpo, y paradójicamente es fuego y no agua lo que corre por sus cauces, entre el alba y el sueño. El cuerpo es el eje del fuego y la sangre es agua convertida en fuego.
6. En el desierto interior hay un manantial y el desierto es el reflejo del manantial, así como el yo individual es el reflejo del Ser. La vigilia conduce al deslumbramiento del agua, y al florecimiento del germen en el desierto. Por eso el Ser puede decir: soy el germen del desierto. La aridez produce espejismos y “síndromes” que hay que desvanecer y remontar hasta llegar a los abrevaderos de la visión, donde: El desierto emerge/ como la señal del canto/ y la invisibilidad (algo con lo que estarían totalmente de acuerdo los peyoteros huicholes que peregrinan en busca de la visión a Wirikuta).
7. La sed conduce al llanto, cuando la visión se rompe en los rasgos del día y en el ojo del ocaso. Metamorfosis de la sed en las lágrimas, es decir, en lluvia benéfica que haga brotar el germen del desierto.
8. Yo debe subir aún más arriba que Dios, a un desierto, - dice un epígrafe de Angelus Silesius. Otra forma de decir que Dios espera inalterable al viajero visionario en medio de la aridez, donde el eco del espíritu es la transparencia.
9. La escritura, por su parte, es canto que se alza/ más allá del desierto/ de la página (…) La letra atraviesa la fuente y la aridez convirtiéndose así en una vía mística, donde la letra se convierte en flecha que da en el blanco del cuerpo.
10. La flecha tiene sed, y eso impulsa su vuelo a través del desierto del cuerpo. El fuego corre por los cauces del espíritu, impulsado por el arco de la fuente. La flecha tiene sed de fuego, y es impulsado por la sed.
11.
La flecha se alza con el arco del cuerpo, la vigilia le da velocidad y el fuego la dirige a su destino, que es el centro del Ser y su reflejo.
12. El ojo de la flecha es la tentativa del espíritu, que es el ojo de la sed, fuente y raíz inalterable del relámpago incesante. Ese ojo busca al mismo tiempo la cima y la semilla, el destino y el origen de su exilio, es decir, de su viaje. La luz vence a la ceguera y el fruto al páramo, cuando el ojo de la flecha da en el blanco.
13. Estamos en el reino de las paradojas: ver es dejarse enceguecer por lo mirado. El auge de la luz coincide con el abismo y la aridez y el auge de la mirada, que se da en el desierto de la visión. El espejismo es una coartada del propio cuerpo para no llegar a la visión. El cuerpo es el ejede la visión y la sed su movimiento.
14. Somos seres nómadas exiliados en el territorio de la oscuridad: La noche es una región árida. / Al amanecer el manantial se abre, / es un ojo de múltiple pupilas. Sin embargo, en nuestro éxodo llevamos el manantial unido a la búsqueda del centro. Buscamos llegar al amanecer, donde el ojo se abre en el manantial donde nace la luz. Esa es la raíz nómada de la ceguedad.
15. El Ser nos mira desde el fondo del cauce y desde la superficie de lo corpóreo. El agua, que subyace en lo alto de la claridad, convertido en páramo líquido, es el espíritu que se extiende, el ser de la ceguedad. El agua, símbolo del espíritu, es también el origen de la sed.
16. La escritura se abre como un cauce para nuestra sed, y se cierra como un ojo para nuestra ceguera. El extravío es la única certeza de la escritura, y la sed es la fuente de la escritura. Sin ceguera y sin la sed, no habría escritura.
17. Escribir es retornan, pero no al punto de partida. Olvidar es la ruta más propicia. Escribimos para olvidar, no para recordar. La escritura se cierra como un ojo.
18. El ojo es la frontera. Cerrar los ojos es reanudar la comunicación con el manantial, romper los diques, y abrirlos es percibir la luminiscencia de los cuerpos que se desplazan a la velocidad de la sed. El ojo es una isla y ver es aislarse, separarse, retornar al exilio del desplome de la vigilia.
19. La pupila es el Minotauro del laberinto de la visión. La pupila, símbolo de la voluntad que oscila entre cerrarse y abrirse al manantial de la visión, puede moverse sin control ni dirección y arrasar lo que se encuentra a su paso, o puede convertirse en la punta de la flecha de la voluntad, el eje de la invisibilidad.
20. La construcción de la obra es también una construcción del cuerpo, dice un epígrafe de Antonio Ramos Rosa. Como si se tratara de una operación alquímica, lo importantes el hálito o impulso del que se procede la obra. El hálito es el ojo del Ser que nos vigila desde la oscuridad, es el vigía que como llama inalterable se vincula la visión del agua. El agua está en la raíz de la vigilia y avanza en el vértigo de la sed. A su vez, la sed circunda la semilla de la escritura, núcleo y propósito de la obra. Por eso dice que la obra procede del hálito.
Aquí conviene terminar mis comentarios a esta sección, justo donde aparece el hálito, para que él mismo se convierta en el guía y en el vigía de nuestra aventura por este páramo líquido de la escritura, y nos prepare para entrar en la sección del Plexilio, donde seguramente nos aguardarán ontológicas sorpresas.

SUR DE LA NOCHE ($ 60.00)
Fabián Muñoz

Fabián Muñoz nace en Guanajuato el 2 de octubre de 1968. Han publicado sus poemarios Esperando abril, En la niebla de los parques, Nimbus, Navegación de Medusa, Segundo laberinto y Dogal de Sombras e incluido en diversas antologías en México. También ha publicado ensayo, narrativa e investigación histórica en varios libros individuales y colectivos.
Ha colaborado en periódicos, revistas y suplementos culturales de México, España y Chile, y traducido al portugués en una Página de Internet de Brasil. En 1995 obtuvo el Premio Estatal de Poesía del Consejo para la Cultura de León y una mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Salvador Gallardo Dávalos. Fue becario por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) con una Residencia Artística en Chile en el 2006.

Sur de la noche es el resultado de una intensa investigación de campo sobre la vida nocturna en Aguascalientes y varias ciudades del país, apoyada en buena medida por la Beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Aguascalientes (FECA) en el año 2001 en la categoría de Creador con Trayectoria. En ella, los lugares, personajes y situaciones son descritos con un lenguaje poético y directo en una historia que transcurre en una noche mostrando la inocultable realidad urbana.



Por Jorge Orendáin


Sur de la noche de Fabián Muñoz se une a nuestro catálogo porque consideramos que su propuesta compagina con nuestra visión. Algunos de los poemas de Sur de la noche los escuché por vez primera hace aproximadamente tres años en Orizaba, Veracruz. Esa vez Fabián comentó que los poemas de Sur de la noche habían surgido de una investigación de campo sobre la vida nocturna en diversas ciudades del país, quizá Aguascalientes como la más importante, sin olvidar Guanajuato, DF y Tijuana. Eso de llamar “investigación de campo” a un trabajo que implica estar con prostitutas, borrachos y demás, me pareció en ese tiempo un tanto académico. Ahora, en vez de llamarle “investigación de campo”, quizá podemos decir “investigación de ciertas esencias o antiescencias nocturnas”, o tal vez “investigación de paraísos nocturnos”, o investigación de “la antivida”, por decirlo de una manera. A este libro podríamos catalogarlo como una crónica poética-narrativa donde los personajes y espacios que aparecen van entretejiendo historias etílicas y eróticas donde los protagonistas centrales van dictando sus soledades en compañía. En esta crónica la vida “dura un sorbo de tequila”, el cual se va saboreando lentamente en complicidad de las manecillas del reloj. Esta crónica poética-narrativa, bien sabemos que sucede a diario en una gran cantidad de cantinas o bares de cualquier ciudad de México. Si bien la voz poética es en primera persona –no confundir con la voz de Fabián–, prácticamente representa todas las voces de quienes habitan esos lugares, y de todos aquellos que por ciertos azares de la vida no han conocido.
Esos espacios nocturnos que aparecen en Sur de la noche, me parece que son una buena manera de sentir el pulso de la ciudad y el barrio que habitamos; son un buen pretexto para desentrañar esos tantos fragmentos de historia que muchas veces nos negamos a mirar, sin saber que con frecuencia somos sus protagonistas esenciales. Mirar la ciudad desde la noche nos ayuda a entenderla y saber que sus habitantes, eternos infelices, se enfrascan a diario entre ilusiones, mujeres, drogas, hombres y alcohol, y que pocas veces, casi nunca, saldrán de ese firmamento que la vida misma les ha diseñado. Mirar la noche desde la perspectiva de este libro, nos debe decir tantas cosas que la vida de luz urbana esconde, quizá, placenteramente.

Como dice Fabián en uno de sus versos, la noche en estos lugares “es un plato que se come frío”, pero de donde todos comemos con la esperanza de que el amanecer venga lentamente desde el sur, que también existe y se vive mejor desde la palabra.


Azares y Azahares
Yong Tae Ming

Yong-Tae Min nació en 1943 en Corea del Sur. Es doctor en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de literaturas españolas e iberoamericanas en el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad Corea, en Seúl. Ha sido presidente de la Asociación Coreana de Hispanistas, vicepresidente del PEN Club coreano y tesorero de la Asociación de Hispanistas Asiáticos. Actualmente es presidente del Club de Amantes del Español, director del Instituto de Investigación de España y América Latina en la Universidad Corea y vicepresidente general de la Asociación Asiática de Hispanistas.

En español ha publicado los siguientes libros de poemas: A cuerpo limpio (Madrid, 1971), Tierra azul (Madrid, 1974), Isla (Barcelona, 1977), Obra poética de Yong-Tae Min (Burgos, España, 1985) y Río de Viento (Guadalajara, México, 1995). Yong-Tae Min ha publicado, además, ensayos sobre Cervantes, Federico García Lorca y la tradición del haikú en la poesía hispanoamericana, y ha traducido al coreano a César Vallejo, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y Octavio Paz.


Edita La Zonámbula la obra poética del coreano Yong-Tae Min
Por Ricardo Solís/La Jornada Jalisco, viernes 15 de agosto de 2008

La editorial local La Zonámbula, dirigida por el poeta Jorge Orendáin, lanza una novedad para el lector de poesía, la compilación poética del autor de origen surcoreano Yong-Tae Min (1943), Azares y azahares, antología 1968-2007; con un prólogo de Raúl Aceves y un apéndice (a manera de postfacio) de Francisco Ynduráin. Una sobria presentación la de este volumen, una oportunidad nueva que este sello editorial ofrece para acercar la experiencia poética de otras latitudes al lector de por estas tierras.
El volumen agrupa las publicaciones de Min en español, detalle que resalta en el referido postfacio el poeta Ynduráin, como algo que puede ubicarse “dentro de la maravilla” al posibilitar para él la creación poética (“de la más refinada esencia”, nos dice el español), que reúne “los problemas de alcance más hondo” con elementos “de su peculiar sentir y pensar”, en lo que identifica como uno de los beneficios de su estudio riguroso de la tradición en lengua española.
En el estudio descriptivo que, en el principio, realiza el poeta Raúl Aceves, se verifica el recorrido por los temas y recurrencias varias que, dentro de la obra del surcoreano, pueden apreciarse, desde las poderosas impresiones de la infancia que evocan el desastrado ambiente de la guerra hasta el registro del instante en la memoria que contempla tanto las emociones como el sustento tradicional relativo a la literatura y sus imágenes.
Esta antología es, fundamentalmente, una reunión de poemas contenidos en sus publicaciones en español, a saber: A cuerpo limpio (1971), Tierra Azul (1974), Isla (1977), Estancias del tiempo (1985), Río de viento (Editado por la Universidad de Guadalajara, 1993) y una serie de poemas inéditos (que en el índice se consignan como Poesía de metamorfosis, pues así lo nombra Aceves).
Precisamente, en voz del poeta tapatío, la obra de Min contiene una “variedad de temas y acercamientos”, en un tono “grave” que no está exento de un “espíritu ligero y juguetón” y, también, de “filo reflexivo”. Por supuesto, ambos comentaristas de esta reunión de poemas no dejan de advertir las inevitables influencias orientales que pueden acusarse en el libro, pero resulta mucho más notable la habilidad del poeta para ‘filiarse’ a una tradición –en apariencia- tan ajena o distante.
Yong Tae Min es doctor en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de literaturas españolas e iberoamericanas en el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Corea, en Seúl. Ha llevado a cabo a lo largo de los años una importante labor en diversas instituciones como la Asociación Coreana de Hispanistas o el PEN Club Coreano.
Además de las publicaciones que se agrupan en esta antología (sus libros publicados en español), tiene además publicados ensayos acerca de la obra de Cervantes, Federico García Lorca y la tradición del haikú en la poesía hispanoamericana. Por si eso fuera poco, ha traducido al coreano a poetas de la talla de César Vallejo, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y Octavio Paz.







































Viento Versal
Angélica Maciel

Por Paula Zulaica

Los vientos creadores se disparan desde un mismo punto hacia cada una de las direcciones posibles, a su paso violento simultáneamente se crea el todo de la nada.
Conozco Viento versal desde el inicio de los tiempos, conozco la tarea titánica que Angélica se propuso un día completar. Este poemario es fruto de los años y del trabajo arduo de su autora, que como los dioses falibles de antaño no contenta con lo que había creado lo devolvió de nuevo al barro para intentarlo de nuevo. No s fácil destruir lo creado por nuestras manos.
La versión final es exactamente lo que su autora había pretendido, extirpó dolorosamente cada indicio del yo, para que la voz lograra ese colectivismo, esa simultaneidad. La voz poética en Viento versal es una voz desde antes de los tiempos, desde antes de la palabra, del principio y del fin.
Esa voz inmemorial es la voz que brota de nuestras gargantas sin nuestra ingerencia. Es la voz desconocida, aprendida quizás en una ignorada prehistoria. Es la maldición de la boca-portal del profeta.
Leer Viento versal es descubrir la cruel y patética broma, de sabernos no parte del orden sino del caos, no parte de que está a punto de ser creado, sino de la oscuridad y el desorden a punto de desgarrarse.
Me declaro a la vez admiradora y estudiosa de la estilística poética de Angélica Maciel. Me maravillo de la pluma que escribe de secreciones corporales, de la mundanidad, de los olores y del caos en la manera más sublime. Una estilística en que orina y semen ostentan la sacralidad del agua bendita. La palabra nace de sus manos como dictada, como perfecta. En el producto final no encuentro nunca las costuras, la huella de la tijera, que yo sé por experiencia propia invertidos en esta obra, el trabajo infinito puesto en pulir cada una de las palabras, en tratar de atrapar los huidizos vientos con la boca.
Al leer saboreo los sustantivos, la letanía de las imágenes, su secuencia plural. Angélica crea mediante la secuencia de las imágenes y las metáforas presentadas una a otra como fotogramas montados con rapidez, creando movimiento sin derroche de verbos.
Es preciso iniciarse en este culto angelical de los sustantivos, sus bienamados objetos, leerla es verlos como por vez primera, encontrar el asombro de la caracola, el narval, el pelícano, la rosa de los vientos, el astrolabio.
Angélica no se nutre de mitos, los crea.


Unir la nada
Javier Vera

Javier vera nació en Guadalajara, Jalisco, el 1 de noviembre de 1963. Cursó la licenciatura de mercadotecnia en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Estudio varios años con el maestro Raúl Bañuelos. Ha publicado los poemarios El libro de los tiempos (2000) y Reconciliar la sombra (2002).













Después de Babel
Paula Zulaica

Por Víctor Ortiz Partida

“Es una afección de la edad”, “comerse al padre entero”, “padre nuevo”, “la torre de silencio”, “una boca”, “vomita camaleones”, “la mañana de las revelaciones”, “exhalé / orquídeas ponzoñosas”, “la virgen violenta”, “cazadora de las palabras”, “buscar la poesía en su cuerpo”…
¿De qué se habla cuando se hablad e poesía? ¿Qué hay detrás de los poemas que no esté ya al frente de los poemas? ¿Qué terreno pisamos cuando nos adentramos donde estuvo Babel? ¿Qué mundo recorremos cuando leemos Después de Babel, el nuevo libro de Paula Zulaica?
Para comenzar a responder estas preguntas puedo decir lo más evidente, que éste es un mundo de palabras y de versos formados de palabras como los que seleccioné al principio y como los siguientes:
“La culpa fue del árbol”, “Yo quiero ser el instrumento de tu aprendizaje”, “hacer el amor en nuestra propia lengua”, “Ya no se lee nada en este cuerpo”, “No confío en lo que las palabras puedan decir de nosotros”, “Mi nombre no dice absolutamente nada de mí”, “La orden bruta en tu lengua de beber”…
El mundo de Después de Babel, al franquear la puerta, al llegar a sus primeras páginas es un mundo de Dios y de misterio, de comunicación y de silencio, de poesía contra el silencio, de versos contra el propio Dios al que llegamos y del cual partimos impregnados de una nueva poesía.
En este nuevo libro de Paula Zulaica se muestra el ciclo de las palabras bien planteadas que crecen, dan sus múltiples mensajes, enseñan, disfrutan el momento, dudan, decaen y finalmente sucumben en terreno fértil para comenzar de nuevo:
“esta que soy yo / somos nosotras”, “Tú no buscabas el indecible nombre de Dios en mi cuerpo”, “Mi lecho fue el glosario / en donde como un niño / aprendiste el alfabeto y los fonemas”, “El silencio no es la ausencia, / es la estridencia / de todo lo que no necesitamos decirnos”…
Estas palabras, estos versos, estos poemas van convirtiendo a Dios en hombre, el amor de Dios, el amor por Dios, en el amor de hombre, el amor por el hombre, por un hombre. Dios hecho palabras es amor, pero también desamor y misterio.
El misterio va tomando cuerpo y se manifiesta en las extrañas palabras que dan nombre a los capítulos en que se va dividiendo este amor/desamor: Shemot, Veddas, Aisma Sutra…
“pensé que era yo / quien te escribía, / pero ya veo / que yo soy tu poema”, “libro último para salir al día” / “mi tendencia a desobedecer” / “una mujer en cambio, / no temerá nunca petrificarse”…
Las preguntas se transforman: ¿de que hablan los poemas y qué podemos decir de ellos? ¿Quién más, además de la poeta, está detrás y al frente de los poemas? ¿Si recordamos Babel con palabras estamos reconstruyendo Babel?
Cuando se habla de poesía no se está diciendo poesía, en este caso este pequeño texto es un saludo y también una invitación a que Paula Zulaica nos lea su poesía. Una de las mejores maneras de cumplir la poesía es escucharla en voz alta, especialmente en la voz del propio autor.
Antes de escucharla quiero felicitar a la editorial independiente La Zonámbula por seguir publicando libros y por publicar Después de Babel, libro en el que Paula Zulaica le da nombre y enuncia el cuerpo de su poesía. Espero seguir leyendo libros de La Zonámbula y también espero que Paula Zulaica siga cazando palabras y publicándolas.


Barcelona y otros lamentos
Julio César Aguilar

Julio César Aguilar (Ciudad Guzmán, Jalisco, México). Poeta, editor, ensayista y traductor. Candidato al doctorado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Texas A&M en College Station, Estados Unidos. Es médico cirujano por la Universidad de Guadalajara y maestro en Artes en español por la Universidad de Texas en San Antonio. Su obra se encuentra parcialmente traducida al inglés, francés, italiano, polaco y persa. Autor de Rescoldos (1995), Brevesencias (1996), Nostalgia de no ser mar (1997), Mano abierta (1998), El desierto del mundo (1998), El patio de la bugambilia (1998), Orilla de la madrugada (1999), Illuminated Mysteries/Misterios iluminados (2001), La consigna y el milagro (2003), Una vez un hombre (2004), La consigna y el milagro/The Summons and the Miracle (2005), Transparencia de lo invisible/Transparency of the Invisible (2006), El yo inmerso (2007).





1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola. Ustedes publicaron las poesias completas de Yong tae min. Estoy mas que interesado en adquirirlas, el problema es que no se si tienen algun punto de venta en mi pais(Argentina) o si existe forma alguna de realizar la compra on-line y pagar los costos del envio. Desde ya muchas gracias. Juan Pablo. (diaz_juan_pablo@hotmail.com)

http://todoennoticia.com.mx/occidente-municipios-jalisco/cerda-martha-mientras-agonizas-la-zonambula-2020/