Presentación de Vórtice Vértice de Juan Marcos
Jesús María Flores Luna
12- oct - 2013
Me alegra estar reunidos
ante la estrella y protagonista: el libro. Que mejor oportunidad y pretexto
para ver caras conocidas y próximas por conocer. Vórtice Vértice es una obra
que se sostiene por sí sola y despide sus propios destellos. De lo contrario
tendríamos que volver un protagonista al autor Juan Marcos, o por lo menos
dotarlo con algo de brillo de estrella, para que así ayudará a la obra a
sostenerse; siendo ambos un juego de muletas que pretenden no caer. Sin
embargo, en buena hora, y como primera noticia, Vórtice Vértice, se sostiene
por sí solo y ha dejado de ser de Juan Marcos para ser de sí mismo. Me siento
feliz de estar en una presentación en la que el libro es el protagonista.
Vórtice Vértice se divide en cinco partes. Es
voraz y violento, pero aún para desgarrarnos, destruirnos y volvernos a formar,
tiene su camino marcado por la inteligencia y sensibilidad de Juan Marcos.
La primera parte de un todo, nos habla del
universo, del principio, el Dios que estábamos por conocer y la concepción de
las estrellas. Así su forma y estructura es acorde al tema: en esta sección sus
palabras son supernovas y estrellas disgregadas que se van uniendo.
El segundo apartado de poemas se inaugura con
un epígrafe de Emiliano Zapata: El tiempo es el que desengaña a los hombres. Es
una de las partes del poemario que me gusta mucho. Los astros disgregados ahora
son humanos, huesos y sangre, protesta y reclamo del sufrimiento y la injusticia,
una plegaria que grita: ¡hasta cuándo! A mi lectura muy personal, por supuesto,
Juan Marcos en este apartado, a través de los textos le da la vuelta al
epígrafe inicial y contradice a Zapata con mucha fortuna: El conocimiento es el
que desengaña a los hombres.
La tercera sección del libro es una
consciencia viva de la palabra como grito y denuncia ante las máscaras; la
palabra como una herramienta para develar la hipocresía social, religiosa y de
los sistemas diversos en otros casos. Esta sección es una confrontación para el
lector y para el mismo autor. A pesar de la confrontación hay textos lúdicos
que invitan a jugar y a participar. También hay poeminimos que para mi gusto
son joyas hermosas.
La penúltima sección del libro es añoranza de
la niñez, al mismo tiempo del amor por las nuevas infancias. Es el
reconocimiento a la mujer y al hombre, a los ancestros, todos ellos como
memoria y barro de lo que somos hoy, de la sangre que corre en nosotros y los
vuelve a ellos inmortales. Es también la contemplación de la naturaleza, sobre
todo al mar que es una existencia profunda y admirable para Juan Marcos.
Aparece también Vórtice Vértice en su pleno girar vivo, con un caligrama que se
extiende como remolino por cinco cuartillas.
El cierre del libro con su última sección, es
la celebración por la muerte; un paso de canto y no de tristeza. El autor deja
instrucciones para ese momento en que el cuerpo desvanece sin tregua,
instrucciones que en el tono y trabajo literario se vuelven felices deseos. Juan
Marcos lo celebra todo; Morir joven… ¡Lo más tarde posible! Dice la francesa
Guillet. Epígrafe con el que se abre esta sección.
La poesía de Juan Marcos tiene fuertes y
afortunados ecos de Whitman, Vallejo y Huidobro. De ellos y muchos otros ha
bebido, uniéndolos con su propia agua para aportar sus arroyos al mar de la
literatura.
Juan Marcos es escritor y poeta, no por este
libro publicado ni los que vienen. Se es escritor cuando se es consciente, que
mucho radica en la elección de las palabras, entre otras cosas que no entraré
en detalle. Y de eso Juan Marcos es consciente a través de los años del trabajo
creador y de lecturas. Vórtice Vértice es un fruto de esa conciencia. Un fruto
que ha caído por su propia madurez, después de siete años de trabajo espaciado.
El fruto ha de caer por sí solo; si se arranca antes, es un fruto verde, si se
recoge mucho tiempo después de maduro, corre el destino de la descomposición.
Vórtice Vértice, es ese fruto en su madurez
precisa, venido de la rama a la tierra, y de la tierra a nuevos troncos de
madera convertidos en hojas de papel; Vórtice Vértice vuelve a un árbol para no
ser infértil, sino ofrecerse abierto en cada palabra.
Hoy la obra de Juan Marcos se encuentra ante
su verdadera realidad: siete años de trabajo, ahora serán leídos en siete días.
En siete días, el trabajo de tantos años puede ser despreciado, tirado a la
basura o lograr para el lector una buena experiencia; de menos cumplir.
Vórtice Vértice logra más que cumplir;
existe, siendo así mucho más trascendente. Vórtice Vértice nos traga y lo
tragamos, lo digerimos y nos digiere, nos une con él, nos disgrega, nos vuelve
a unir en nosotros mismos, y en un remolino voraz nos lanza de regreso al mundo,
para andar la vida con nuevos brillos en las manos.