Reseña del libro Diamante de Federico Ortiz
Por Karla Salazar
Porque nunca es tarde para la aventura, lo que puede llegar a parecer aburrido termina siendo esa experiencia inolvidable, el futuro es incierto escuché una vez, a veces no sabemos a donde iremos a parar aún así uno mismo se encargue de construir su propio destino, el tiempo es capaz de avanzar tan rápido como puede y con ello llevarse los estímulos que nos provocan la emoción de vivir, ser más arriesgados. Una fecha de caducidad se va convirtiendo en una maldición, supongo que todos tenemos una.
Por fortuna, lo único que el tiempo no puede arrebatarnos son los recuerdos, por más lejanos que sean, estarán ahí. La cabeza y el corazón siempre tienen espacio para ese tipo de almacenamiento, lo curioso es que también hay límites puesto que la memoria se va haciendo de cupo limitado.
La capacidad de sentir es inevitable, no importa el momento, ni el lugar ni el medio, ni la edad, Gervasio y Gema lo confirman, y es que cuando te das cuenta de que al parecer estás completamente solo, esto te indica que ya no tienes nada que perder y los riesgos dan como resultado un giro total en tu vida.
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