20100302

Nota de Prensa

Literatura joven de Austria en la FIL

El Occidental
25 de noviembre de 2009


Luis Medina Gutiérrez

Guadalajara, Jalisco.- Desde 2005, el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara, ha organizado una serie de encuentros internacionales con escritores de Eslovenia (2005), Corea (2006) y Croacia (2008). Este año en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, se llevará a cabo un encuentro de poetas, dramaturgos, narradores y ensayistas austriacos con sus homólogos mexicanos. Este encuentro se realizará los días 30 de noviembre 1, 2, 3 y 4 de diciembre.

Participarán seis escritores austriacos con lecturas y charlas en la Feria del libro, en escuelas metropolitanas y regionales. Dos de ellos dialogarán en lengua castellana en el Placer de la lectura (viernes 4 de diciembre, 17:30 horas, Salón Juan José Arreola). En la presentación estelar, el 1 de diciembre, en la Feria del libro (Salón Mariano Azuela, 18:30 horas), los escritores mexicanos leerán su obra en español y los invitados austriacos en su lengua materna, el alemán. Prestigiados académicos de la Universidad de Guadalajara, tradujeron al español su obra reciente que será publicada por la editorial tapatía La Zonámbula, de la que tomamos una pequeña muestra para nuestros amigos lectores.

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APUNTES A LA LITERATURA AUSTRIACA CONTEMPORANEA

(Fragmento)

Georg Oswald

Los escritores de esta antología representan un corte en la literatura contemporánea y sí es cierto que es un corte pequeño. El de mayor edad, Christoph Janacs, se concentra en la narrativa y en la poesía. Durante varios años enfocó su preocupación artística en la temática de México destacando el interés por lo mítico del mundo precortesiano. Son dos sus libros de prosa con que trata el mundo mexicano: "Der Gesang des Coyoten" ("El Canto del Coyote") y la novela "Aztekensommer" ("Verano Azteca"). La temática es semejante, los lectores que conocen ambos textos van a reconocer el conjunto de cuentos como los best of de la novela publicada poco antes. Janacs busca conectarse con la poesía latinoamericana actual, usa pocas líneas con sentencias de reflexión general. Es un lector atento desde Octavio Paz hasta Roberto Juarroz y también es un promotor de sus obras publicadas en alemán.

Thomas Stangl es un narrador de 43 años que logró asombrar a los críticos con su novela "Der einzige Ort" ("El lugar único") un voluminoso acercamiento al descubrimiento que hicieron los primeros Europeos de la ciudad Tombuctú en África del Oeste. (...) Pero la novela de Stangl dejó atrás casi por completo el contexto austriaco, se inscribió a una literatura o temática universal y existencial. Thomas Stangl tiene hasta ahora tres novelas publicadas -sus dos recientes con una temática vienesa- y ha recibido prestigiosos premios.

Muy austriaca desde mi perspectiva es la trayectoria literaria de Franzobel, pseudónimo de Stefan Griebl. Él es un escritor austriaco profundamente metido en la tradición crítica del lenguaje desde Johann Nestroy a Karl Kraus. Su afán de jugar con las expresiones, de dejar llevarse por la fantasía, las asociaciones, la disgresión, es casi sin límites. (...) Se puede pensar que Franzobel es un escritor poco traducido por su sensibilidad al lenguaje local. Pero su página web oficial enumera y muestra evidencias desde el farsi, inglés, francés, japonés, eslovaco, polaco y también tres textos en español (Kafka, Scala y Messia). También deja pasar por su triturador de carne verbal los temas clásicos históricos de Austria desde el príncipe Rodolfo que mató sangrientamente a su novia y se suicidó enseguida, hasta la prostituta Josefine Mutzenbacher y la princesa inglesa Diana. Su ensayo más reciente "Österreich ist schön. Ein Märchen". ("Austria es bello. Un cuento de hadas") toma el caso conflictivo de una familia de refugiados albanesa del Kosovo en su odisea entre expulsión, apoyo y la amenaza de suicidio por parte de Arigona la hija adolescente de 15 años.

Andrea Grill empezó su carrera literaria con un tomo de cuentos, un albúm familiar en que cuenta anécdotas de personas que van más allá del concepto autobiográfico, también el vecino pertenece a esta familia imaginada, destaca el tono fresco, las comparaciones inesperadas, originales y brilla un horizonte que va más allá de los límites geográficos de Austria. Andrea Grill es una escritora con ese transfondo trashumante, vivió en Italia, Albania, en Sardinia, hizo su doctorado sobre la evolución de las mariposas, también traduce del albanés. Su novela reciente "Tränenlachen" ("Reir Llorando") bosqueja sútilmente en forma de cartas, los roces y acercamientos de una relación entre un joven albanés y una austriaca.

Rosemarie Poiarkov recibió la atención de los críticos por un libro de cuentos de amor y desamor Eine CD lang (Mientras suena un CD). Son nuevas facetas del encuentro-desencuentro amoroso en sus relatos. Lugares que puede descifrar el lector atento. Música, alcohol y antros crean una atmósfera propia en que muchos quieren reconocer lo que en Alemania se acostumbró a nombrar como literatura POP. Su cuento largo "¿Wer, wenn nicht wir?" ("¿Quién, si no nosotros?") profundiza en el luto y sentimientos mixtos por la muerte de la abuela de la protagonista. Es un texto que se inscribe entre los diferentes mundos de las generaciones y entre la vida entre provincia y capital.

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"PICUS"

UN CUENTO PLAYERO

(Fragmento)

Franzobel

Crecí en una zona rural yerma, donde en medio de cultivos que la niebla no deja ver bien y sobre pastos pardos cubiertos de escarcha se levantan árboles toscos llenos de nudos y donde los hombres tienen caras de trogloditas, de cuyas bocas flojas salen palabras dialectales, con vocales extendidas. Donde no se diferencia claramente entre la b de burro y la v de vino. Allí a diferencia de otras regiones la gente confunde constantemente la b con la v.

En las llamadas telefónicas se suele decir: "Mañana daré otra señal de vida", como si hasta entonces uno seguiría sin vida, petrificado en su propia mudez, un caparazón de complejos y sentimientos de inferioridad.

Crecí en una región donde se destilan licores a base de ciruelas silvestres y frutas del bosque que en la ciudad nadie consume, donde la gente organiza competencias para ver qué campesino puede tomar más licores de la región, donde en medio de las caras brillan las narices rojas y donde un licor debe tener en primer lugar la siguiente virtud: Bajar por la garganta con la misma velocidad con la que los bomberos se dirigen a un incendio y las comadronas a casa de las parturientas.

Así el licor no tiene nada que ver con lo culinario, sino es medicina desinfectante y un remedio para olvidar. La lectura no sirve para eso. Los libros pueden ser dañinos, meten ideas peligrosas en las cabezas de los hijos, les impide seguir con los negocios de sus padres. La lectura no les permite tener hijos, no los deja crecer y hacerse fuertes, los lleva a la ciudad, los desarraiga, les echa humo en la cabeza. En esta región tosca y alcoholizada se piensa que los libros son la perdición e instrumentos del diablo.

Traducción del alemán de Wolfgang Vogt, revisión de Raúl Aceves.

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"¿QUIEN, SI NO NOSOTROS?"

(Fragmento)

Rosemarie Poiarkow

Reuní la poca fuerza que me quedaba y abrí la cortina. La tarde era todavía luminosa, pero a las cuatro y media ya iba a oscurecer. Podía seguir acostada, como si estuviera enferma, imaginándome un catarro, tos y debilidad, clavar la mirada en el vacío y soñar, esperar a que pase el tiempo, y Boris entra a la habitación y me pregunta qué tengo, si estoy enferma, me doy la vuelta sin decir nada, encojo las piernas, apoyo las manos, podía seguir acostada, esperar, hasta que llegue Boris, abrazarlo, besarlo, dormir con él, y el mundo estaría completo y nuevamente en su lugar. Pero mejor pensé en mi abuela y mi abuelo y en la casa y en el jardín de atrás y en los niños vecinos, cuyos nombres había olvidado, y de cómo eran y si los había querido. Eran todos más grandes y fuertes y tenían otros juegos que orgullosos nos enseñaban a mi hermano Bernd y a mí. Podría preguntarle a Bernd por los nombres de los niños y por nuestras aventuras, Bernd tenía mejor memoria para estas cosas. En vez de levantarme y sentarme frente a la computadora para trabajar, cerré los ojos y mejor quise soñar con los niños, de aquellos días de verano.

Está sentado en la orilla de la alberca con los pies en el agua. Es el jardín de mis abuelos. La alberca está honda, no sé qué tan honda, pero más honda que cualquier otra, en la que alguna vez nadé. En el sol del mediodía pensé ver los azulejos del fondo de la alberca, una Fata Morgana sin la cual no hubiera saltado al agua.

Una de las lámparas del jardín alumbra directamente su espalda redonda y bronceada. Se apoya en los brazos. Como si estuviera examinando los movimientos de la superficie nítida del agua.

Los grillos cantan.

Quiero gritarle: este no es el mar. Es un hoyo dragado con pocos metros de diámetro. No alcanzarás el fondo, ¿cuánto tiempo puedes contener la respiración? Por la mañana estará flotando en la alberca tu cadáver hinchado.

Me incorporo, voy y me siento a su lado y dejo colgar mis piernas junto a las suyas.

Traducción del alemán de Hariet Quint, revisión de Marco Aurelio Larios.

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"UN VERANO"

(Fragmento)

Thomas Stangl

En la peluquería cerca de su departamento por la que pasó de vez en cuando con una alegría triste porque casi nunca se vio un cliente a través del cristal de la puerta, sino sólo el peluquero en la silla de barbero con su periódico, en las últimas semanas por fin estaba colgada la esperada nota, cerrado por jubilación, les agradezco a mis clientes su preferencia; hoy un anuncio con marco negro está pegado encima, en su 58º año de vida, después de una larga enfermedad que soportó con paciencia, murió el señor Ferenc S., debajo de la esquela se asoma todavía la nota escrita a mano que anuncia la jubilación, se puede leer un número de celular. Él recuerda: la inauguración del pequeño negocio hace tres o cuatro años, el peluquero, Ferenc. S. (como ahora puede llamarlo) de pie sobre una escalera de mano mientras coloca el letrero plateado con grabados rojos (peine, tijeras y espejo) en el muro del diminuto local en el Nestroyplatz que había estado vacío durante años, directamente al lado del antro que, a su pesar, hace poco cambió el anuncio pegado en la ventana y que decía Thai Body Masaje - Dimi que sí. Un inicio que ya nada más se puede distinguir desde el final: un hombre solitario, recortado de cualquier ambiente, encerrado en una corta serie de imágenes de las que ya no podrá escaparse jamás.

Tal vez ya sólo así (del otro lado de esta frontera) él pueda mirar a alguien. Es el primer verdadero día de verano, ya hacia finales de julio, el calor lo hace salir de su departamento, en la tarde, antes del inicio de la nueva película de Godard en el cine al aire libre, está sentado en una de las bancas en uno de los paseos que circundan un campo de árboles recién plantados, después de una noche en que apenas durmió más de dos horas; intenta imaginarse el interior de la peluquería: un campo gris casi vacío, con sólo la silla enfrente del espejo, en ella, ligeramente volteada hacia el escaparate, está sentada la figura con el periódico abierto en las manos. Sabe que podría acordarse del rostro, lo evita, quizás para dejarle una pizca de libertad al muerto, quizás sólo para no acercársele demasiado.

Traducción del alemán de Herdis Wawretzko, revisión de Carlos Guzmán Moncada.

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"EL TIO AMARILLO"

(Fragmento)

Andrea Grill

El tío amaba los colores y las pláticas acerca de ellos. Sin embargo, era daltónico y no podía distinguir con claridad entre los matices del rojo y el verde. Por eso siempre acudía a su hermana, mi madre y su hermana mayor, para tomar consejo y saber si su camisa armonizaba con los pantalones y éstos, a su vez, con el saco. El tío era el segundo de los hijos, mi madre, la última. Cuando terminó sus estudios de electricista, empezó a trabajar en un banco, donde permaneció durante toda su vida. No obstante, muy pronto hizo que lo trasladaran de la pequeña filial pueblerina a una mayor en la capital. Así y todo siempre regresaba para la Navidad, con el fin de colgar las series de luces en el árbol navideño que montaban en la parte alta de la torre de la iglesia del pueblo. Esto lo hizo durante unos cuarenta años. No únicamente decoraba cada año este árbol, sino también envolvía con foquitos los abetos blancos del jardín de su madre que estaba a sólo una calle de la iglesia. Del mismo modo era él quien, en diciembre, colocaba pinzas plateadas con velas en el árbol de la sala de su casa paterna. ¿Será acaso el cura mismo quien lo decorará ahora? No me queda duda de que aún vive, hace poco apareció en el periódico. El tío ya falleció.

Un día se puso amarillo. Su rostro no se tornó gris, como el de los enfermos cuando ya no salen al aire libre y la oxigenación de su piel disminuye, no, él se puso amarillo, no amarillo limón, sino del color de un plátano que ha permanecido mucho tiempo, demasiado tiempo en el refrigerador y que ahora está lo suficientemente maduro para comerlo. A partir del momento en que se puso amarillo, solamente lo vi unas cuantas veces. Él ya no quería ver a nadie, al menos, a ningún integrante de la familia. Cada vez iba con menos frecuencia al jardín de la abuela. Al principio yo lo atribuía al hecho de que su madre ya casi nunca se sentaba en el jardín. Mucho tiempo después me di cuenta de que simplemente a esas alturas ya no estaba en condiciones de venir, que ya no podía manejar, que sus zapatos para conducir estaban desde hacía semanas sin utilizarse en la cajuela y él, en cama, en su departamento de la capital, el cual yo había visitado por última vez a los catorce años, cuando mi madre lo ayudó a colgar las cortinas.

Traducción del alemán de Mónica Kuhlmann Zamora.

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DOS POEMAS

Christoph Janacs

COMALA PARA JUAN RULFO

¿Quién arrastró mi pueblo hasta mi cuarto? pues aquí está, polvoriento, empollando al mediodía, aquí y allá una contraventana tablatea, un quicio se queja, si no, silencio. En la sombra los carniceros dormitan, el sacristán trae de la iglesia cubetas llenas de sangre, la derrama, dejando manchas oscuras.

¿Qué hago en mi cuarto con estos jacales, las callejuelas empedradas, el polvo? ¿Qué me importa el sueño de los carniceros? el sacristán con sus cubetas, debe tañer las campanas, si le sirve las paredes retroceden en su lugar, el cuarto se abre, mi madre me lleva hacia escaleras arriba, me muestra el corazón con las gotas, la espada, le oigo decir: mira, mira bien lo que has hecho.

TEXCOCO

Afuera en el llano, las industrias incuban, sus fábricas al viento un tardío milagro de Pascua, sus hornos y chimeneas extraídas del sueño desde noches impregnadas de hollín. El centelleo a la distancia no es un signo Morse ni un llamado de auxilio: sólo la palpitación inconsciente de los rótulos de neón, propios a la caligrafía de los camiones de carga pesada, tráilers y cisternas que avanzan sobre la ciudad marcha de sombras acorazadas en hierro. En sus banderas de fuego y humo envuelven pocilgas, casas, palacios. Lo que queda es el acero como medida de todas las cosas, la grafía sobre el tórax. Obsidiana es la noche, iluminada sólo por el reflejo de cuerpos palpitantes. Lo que quedó: un eco de piedra, arquitectura de la herida, calcinándose en el polvo.

De "La barca sin certidumbre"

Traducción: Héctor Orestes Aguilar, Marco Antonio Campos, Javier García-Galiano y Alessandra Illoldi.

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