20100421

Expatriada tropical

Por Michelle Lorena Hardy

A mi esposo

La primera vez que abrí los ojos, lo vi.
Era ese verde intenso, enorme
tan común como yo, como mi mamá, como mi papá.
Crecí verde.

Se me pegaron al cuerpo las hojas, los árboles
la abundancia vegetal.
Me creció verde el alma y era normal, para mí.

Yo pensaba que todos los humanos éramos verdes
que todo el planeta era verde.

Hasta que conocí el gris, me monté en un avión
y wuuusshh! Llegué al gris.
Gris de calles, de edificios
de miles de años de historia, de civilización.
Era el gris de París.

Luego conocí el amarillo, ese amarillo ocre
antiguo como un pergamino.
El amarillo del Renacimiento
el de Florencia.
Y yo verde en el gris, verde en el amarillo.

Luego conocí el rojo
con todas sus tonalidades deslumbrantes.
Conocí el otoño en Nueva Jersey.
Después vino el blanco
ése que había visto en televisión
aquél que cae del cielo en forma de nieve.
Y yo verde en el rojo, verde en el blanco.

Después me encontré, frente a frente
con ese verde restringido por una camisa de fuerza.
Era verde, pero no era como el mío
mi verde era libre y éste era de mentira, de plástico.
Era el color de Miami.

Luego conocí el color sucio, el que no tiene nombre.
Conocí Milán.
Y yo verde en el plástico, verde en el sucio.
Luego volé a la tierra del tequila
y conocí el marrón y el azul.
El marrón de la tierra seca
el azul de los campos de agave.
Y yo verde en el marrón, verde en el azul.

¿Era yo todavía verde?
¿Todavía tenía pegados los árboles, las hojas?
Sí, pero también tenía una piedra gris,
un punto amarillo, una hoja roja,
un copo de nieve, una palmera de plástico,
un pedazo de grafiti,
un puñado de tierra, una penca azul.

Cada vez me costaba más encontrar mi color verde.
Y de repente me acordé que hacía mucho tiempo
había mezclado en un gran caldero
todo ese verde donde nací
y que lo había concentrado
en dos hermosas cápsulas.
Una noche, hace unos años
las metí en tus ojos.

Así que hoy corrí a buscarte
pues necesitaba sentir el verde.
Me sonreíste
tus ojos brillaron.
Se iluminó la habitación.
Era el color de Venezuela.

1 comentario:

QueenOfThere dijo...

Mi poema preferido de Michelle :)

http://todoennoticia.com.mx/occidente-municipios-jalisco/cerda-martha-mientras-agonizas-la-zonambula-2020/