Comunidad y Cultura Local
Apuntes a la literatura austriaca contemporánea
Foto: Archivo.
El Occidental
7 de abril de 2010
Georg Oswald
En 1981, cuando fue otorgado el premio de literatura más prestigioso al escritor Elias Canneti, quedó en duda si el premio lo había recibido un escritor búlgaro, suizo, inglés o austriaco. Canneti, de familia judía sefardita, nació en Ruse, Bulgaria, vivió en Viena, Inglaterra y Suiza, donde murió. En 2004, cuando se le otorgó el premio Nobel a Elfriede Jelinek, era más claro que se le estaba otorgando a una autora fácil de catalogar como austriaca. Un periódico expresó su alegría con el título "Premio Nobel a escritora de Alta Estiria".
El intento de nacionalizar la literatura fracasa en la estrechez de su propia definición. La postura estética en la obra de Jelinek no representa un fenómeno aislado en la literatura austriaca, está profundamente arraigada en la tradición que toma una posición crítica acerca del uso del lenguaje y así parece que la obra principal de Jelinek es un trabajo literario duro, que critica la hipocresía con metáforas que le permiten crear nuevos contextos para descifrar el uso falso del lenguaje. Elfriede Jelinek es la conciencia que denuncia a los asesinos de Oberwart, lugar en el sureste de Austria, donde en un ataque racista estalló una bomba y mató a cuatro gitanos. La conciencia que denuncia las carreras fáciles de actores de teatro con historias escondidas, olvidadas del nacionalsocialismo. Una cronista del Austria actual que tardó demasiado tiempo para confrontarse con su dictadura cristiana-social y luego enfrentarse con el nacionalsocialismo.
No hablaremos de Karl Kraus, de Hermann Broch, de Robert Musil o de Ingeborg Bachman, los clásicos de la literatura austriaca del siglo XX. José María Pérez Gay les dedicó a estos escritores un libro muy valioso con el título "El imperio perdido". Dejemos de lado a Thomas Bernhard y Peter Handke, los dos, punto de referencia, si hablamos de la literatura de la segunda mitad del siglo XX, de este país. El primero encontró su estilo exagerado, muy radical y propio: el detector de lugares inhóspitos y de personajes aislados, enredados en sus monólogos. El segundo desarrolló nuevos estilos y perspectivas para su trayecto literario: tomó ferozmente posesiones dudosas en la guerra de ex-Yugoslavia con una imagen idílica de los serbios, posición opuesta a las imágenes de la prensa. La literatura austriaca hoy en día se caracteriza por su diversidad, por su heterogeneidad, por sus múltiples enfoques. Cada intento de resumir los logros literarios actuales ha sido insuficiente por omitir tantos autores que no pueden ser definidos por tendencias generales y excluyentes.
No voy a profundizar, pero por lo menos mencionaré los textos de migrantes en Austria que debido a acontecimientos personales, políticos o económicos llegaron a este país. En los textos de Dimitré Dinev, Radek Knapp o Julya Rabinowich se reflejan las experiencias de una orientación nueva, una confrontación con lo inesperado en el nuevo entorno del personaje.
El germanista italiano Claudio Magris intentó mostrar una característica de la literatura austriaca con su libro "El Mito Habsburgo en la Literatura Austriaca" de 1963. Su hipótesis acerca de la monarquía que acabó en 1919 tenía mucha influencia en la literatura. Incluso muchos años después de su caída encontró simpatías, pero también críticos que hicieron hincapié en los textos y autores que no siguieron el esquema escapista que sostiene Magris. El escritor y ensayista Robert Menasse, en los años ochenta dio clases de Literatura Alemana y Austriaca, en Brasil, inventó la estética de colaboración social (Sozialpartnerschaft) de la literatura austriaca, quiere decir que la situación política se caracterizó por una búsqueda de neutralizar conflictos de intereses fuera del parlamento en juntas privadas entre representantes de empleados y patrones. Y también a esta hipótesis se le reprochó una manera demasiado fácil de igualar literatura y política. Lo que sí es cierto es que el horizonte temático de la literatura austriaca se amplió notablemente en los últimos veinte años.
Los escritores de esta antología representan un corte en la literatura contemporánea y sí es cierto que es un corte pequeño. El de mayor edad, Christoph Janacs, se concentra en la narrativa y en la poesía. Durante varios años enfocó su preocupación artística en la temática de México destacando el interés por lo mítico del mundo precortesiano. Son dos sus libros de prosa con que trata el mundo mexicano: "Der Gesang des Coyoten" (El Canto del Coyote) y la novela "Aztekensommer" (Verano azteca). La temática es semejante: los lectores que conocen ambos textos van a reconocer el conjunto de cuentos como los "best of" de la novela publicada poco antes. Janacs busca conectarse con la poesía latinoamericana actual, usa pocas líneas con sentencias de reflexión general. Es un lector atento desde Octavio Paz hasta Roberto Juarroz y también es un promotor de sus obras publicadas en alemán.
Thomas Stangl es un narrador de 43 años que logró asombrar a los críticos con su novela "Der einzige Ort" (El lugar único), un voluminoso acercamiento al descubrimiento que hicieron los primeros europeos de la ciudad Tombuctú en África del Oeste. Fueron dos hombres los primeros en su intento de lograr entrar a esta ciudad fabulosa, y secreta. Dos figuras con motivación distinta, un francés y un escocés, pero en lugar de desarrollar el tema como novela de aventuras, las más de 400 páginas se dedican a la expectativa, al tiempo de esperar, a permisos, posibilidades, oportunidades de llegar hasta esa ciudad. Un trastorno cultural que exige del lector dedicación y que, ejerce una atracción particular a través del lenguaje:
"Voces se despegan del silencio o del ruido en que estuvieron escondidas, del que siempre se sentían atraídos, historias, fragmentos de historias, no destinados para nuestras oídos, no están contadas en nuestro idioma, un hablar que va a través de los siglos y se pierde en los siglos. Un hablar cortado por sonidos agudos, pero si no (una tos, un dolor agudo en la profundidad del pulmón) nos quedaríamos ciegos, sordos sin poder ninguno." (p. 6)
No tiene muchos antecedentes en la literatura austriaca, se puede pensar en el narrador y traductor de Quevedo, Wilhelm Muster con su novela "Der Tod kommt ohne Trommel" (La muerte llega sin tambor) sobre un Camerún ficticio con los poderes soñados de la monarquía de los Habsburgos. Pero la novela de Stangl dejó atrás casi por completo el contexto austriaco, se inscribió a una literatura o temática universal y existencial. Thomas Stangl tiene hasta ahora tres novelas publicadas -sus dos mas recientes con una temática vienesa- y ha recibido prestigiosos premios.
Muy austriaca desde mi perspectiva es la trayectoria literaria de Franzobel, pseudónimo de Stefan Griebl. Él es un escritor austriaco profundamente metido en la tradición crítica del lenguaje desde Johann Nestroy a Karl Kraus. Su afán de jugar con las expresiones, de dejar llevarse por la fantasía, las asociaciones, la digresión, es casi sin límites. Tiene algo del humor del escritor alemán Jean Paul y la alegría y lo temerario de "Gargantúa y Pantagruel". En su novela "La fiesta de las piedras o el cuarto milagroso de la excentricidad", un pícaro austriaco invade a la Argentina de los años cincuenta y vive sus aventuras grotescas. Franzobel es un escritor que ha publicado hasta ahora, según el indice de wikipedia, 34 libros, entre cuentos, obras de teatro y novelas. También toma la palabra para acusar las malas condiciones e hipocresías de la sociedad austriaca. Se puede pensar que Franzobel es un escritor poco traducido por su sensibilidad al lenguaje local. Pero su página web oficial enumera y muestra evidencias desde el farsi, inglés, francés, japonés, eslovaco, polaco y también tres textos en español (Kafka, Scala y Messia). También deja pasar por su triturador de carne verbal los temas clásicos históricos de Austria desde el príncipe Rodolfo que mató sangrientamente a su novia y se suicidó enseguida, hasta la prostituta Josefine Mutzenbacher y la princesa inglesa Diana. Su ensayo más reciente "Österreich ist schön. Ein Märchen" (Austria es bello. Un cuento de hadas) toma el caso conflictivo de una familia de refugiados albanesa del Kosovo en su odisea entre expulsión, apoyo y la amenaza de suicidio por parte de Arigona, la hija adolescente de 15 años.
Andrea Grill empezó su carrera literaria con un tomo de cuentos, un álbum familiar en que cuenta anécdotas de personas que van más allá del concepto autobiográfico, también el vecino pertenece a esta familia imaginada, destaca el tono fresco, las comparaciones inesperadas, originales y brilla un horizonte que va más allá de los límites geográficos de Austria. Andrea Grill es una escritora con ese trasfondo trashumante, vivió en Italia, Albania, en Sardinia, hizo su doctorado sobre la evolución de las mariposas, también traduce del albanés. Su novela más reciente, "Tränenlachen" (Reír llorando), bosqueja sutilmente en forma de cartas, los roces y acercamientos de una relación entre un joven albanés y una austriaca.
Rosemarie Poiarkov recibió la atención de los críticos por un libro de cuentos de amor y desamor "Eine CD lang" (Mientras suena un CD). Son nuevas facetas del encuentro-desencuentro amoroso en sus relatos. Lugares que puede descifrar el lector atento. Música, alcohol y antros crean una atmósfera propia en que muchos quieren reconocer lo que en Alemania se acostumbró a nombrar como literatura POP. Su cuento largo "Wer, wenn nicht wir?" (¿Quién, si no nosotros?) profundiza en el luto y sentimientos mixtos por la muerte de la abuela de la protagonista. Es un texto que se inscribe entre los diferentes mundos de las generaciones y entre la vida entre provincia y capital.
En 1981, cuando fue otorgado el premio de literatura más prestigioso al escritor Elias Canneti, quedó en duda si el premio lo había recibido un escritor búlgaro, suizo, inglés o austriaco. Canneti, de familia judía sefardita, nació en Ruse, Bulgaria, vivió en Viena, Inglaterra y Suiza, donde murió. En 2004, cuando se le otorgó el premio Nobel a Elfriede Jelinek, era más claro que se le estaba otorgando a una autora fácil de catalogar como austriaca. Un periódico expresó su alegría con el título "Premio Nobel a escritora de Alta Estiria".
El intento de nacionalizar la literatura fracasa en la estrechez de su propia definición. La postura estética en la obra de Jelinek no representa un fenómeno aislado en la literatura austriaca, está profundamente arraigada en la tradición que toma una posición crítica acerca del uso del lenguaje y así parece que la obra principal de Jelinek es un trabajo literario duro, que critica la hipocresía con metáforas que le permiten crear nuevos contextos para descifrar el uso falso del lenguaje. Elfriede Jelinek es la conciencia que denuncia a los asesinos de Oberwart, lugar en el sureste de Austria, donde en un ataque racista estalló una bomba y mató a cuatro gitanos. La conciencia que denuncia las carreras fáciles de actores de teatro con historias escondidas, olvidadas del nacionalsocialismo. Una cronista del Austria actual que tardó demasiado tiempo para confrontarse con su dictadura cristiana-social y luego enfrentarse con el nacionalsocialismo.
No hablaremos de Karl Kraus, de Hermann Broch, de Robert Musil o de Ingeborg Bachman, los clásicos de la literatura austriaca del siglo XX. José María Pérez Gay les dedicó a estos escritores un libro muy valioso con el título "El imperio perdido". Dejemos de lado a Thomas Bernhard y Peter Handke, los dos, punto de referencia, si hablamos de la literatura de la segunda mitad del siglo XX, de este país. El primero encontró su estilo exagerado, muy radical y propio: el detector de lugares inhóspitos y de personajes aislados, enredados en sus monólogos. El segundo desarrolló nuevos estilos y perspectivas para su trayecto literario: tomó ferozmente posesiones dudosas en la guerra de ex-Yugoslavia con una imagen idílica de los serbios, posición opuesta a las imágenes de la prensa. La literatura austriaca hoy en día se caracteriza por su diversidad, por su heterogeneidad, por sus múltiples enfoques. Cada intento de resumir los logros literarios actuales ha sido insuficiente por omitir tantos autores que no pueden ser definidos por tendencias generales y excluyentes.
No voy a profundizar, pero por lo menos mencionaré los textos de migrantes en Austria que debido a acontecimientos personales, políticos o económicos llegaron a este país. En los textos de Dimitré Dinev, Radek Knapp o Julya Rabinowich se reflejan las experiencias de una orientación nueva, una confrontación con lo inesperado en el nuevo entorno del personaje.
El germanista italiano Claudio Magris intentó mostrar una característica de la literatura austriaca con su libro "El Mito Habsburgo en la Literatura Austriaca" de 1963. Su hipótesis acerca de la monarquía que acabó en 1919 tenía mucha influencia en la literatura. Incluso muchos años después de su caída encontró simpatías, pero también críticos que hicieron hincapié en los textos y autores que no siguieron el esquema escapista que sostiene Magris. El escritor y ensayista Robert Menasse, en los años ochenta dio clases de Literatura Alemana y Austriaca, en Brasil, inventó la estética de colaboración social (Sozialpartnerschaft) de la literatura austriaca, quiere decir que la situación política se caracterizó por una búsqueda de neutralizar conflictos de intereses fuera del parlamento en juntas privadas entre representantes de empleados y patrones. Y también a esta hipótesis se le reprochó una manera demasiado fácil de igualar literatura y política. Lo que sí es cierto es que el horizonte temático de la literatura austriaca se amplió notablemente en los últimos veinte años.
Los escritores de esta antología representan un corte en la literatura contemporánea y sí es cierto que es un corte pequeño. El de mayor edad, Christoph Janacs, se concentra en la narrativa y en la poesía. Durante varios años enfocó su preocupación artística en la temática de México destacando el interés por lo mítico del mundo precortesiano. Son dos sus libros de prosa con que trata el mundo mexicano: "Der Gesang des Coyoten" (El Canto del Coyote) y la novela "Aztekensommer" (Verano azteca). La temática es semejante: los lectores que conocen ambos textos van a reconocer el conjunto de cuentos como los "best of" de la novela publicada poco antes. Janacs busca conectarse con la poesía latinoamericana actual, usa pocas líneas con sentencias de reflexión general. Es un lector atento desde Octavio Paz hasta Roberto Juarroz y también es un promotor de sus obras publicadas en alemán.
Thomas Stangl es un narrador de 43 años que logró asombrar a los críticos con su novela "Der einzige Ort" (El lugar único), un voluminoso acercamiento al descubrimiento que hicieron los primeros europeos de la ciudad Tombuctú en África del Oeste. Fueron dos hombres los primeros en su intento de lograr entrar a esta ciudad fabulosa, y secreta. Dos figuras con motivación distinta, un francés y un escocés, pero en lugar de desarrollar el tema como novela de aventuras, las más de 400 páginas se dedican a la expectativa, al tiempo de esperar, a permisos, posibilidades, oportunidades de llegar hasta esa ciudad. Un trastorno cultural que exige del lector dedicación y que, ejerce una atracción particular a través del lenguaje:
"Voces se despegan del silencio o del ruido en que estuvieron escondidas, del que siempre se sentían atraídos, historias, fragmentos de historias, no destinados para nuestras oídos, no están contadas en nuestro idioma, un hablar que va a través de los siglos y se pierde en los siglos. Un hablar cortado por sonidos agudos, pero si no (una tos, un dolor agudo en la profundidad del pulmón) nos quedaríamos ciegos, sordos sin poder ninguno." (p. 6)
No tiene muchos antecedentes en la literatura austriaca, se puede pensar en el narrador y traductor de Quevedo, Wilhelm Muster con su novela "Der Tod kommt ohne Trommel" (La muerte llega sin tambor) sobre un Camerún ficticio con los poderes soñados de la monarquía de los Habsburgos. Pero la novela de Stangl dejó atrás casi por completo el contexto austriaco, se inscribió a una literatura o temática universal y existencial. Thomas Stangl tiene hasta ahora tres novelas publicadas -sus dos mas recientes con una temática vienesa- y ha recibido prestigiosos premios.
Muy austriaca desde mi perspectiva es la trayectoria literaria de Franzobel, pseudónimo de Stefan Griebl. Él es un escritor austriaco profundamente metido en la tradición crítica del lenguaje desde Johann Nestroy a Karl Kraus. Su afán de jugar con las expresiones, de dejar llevarse por la fantasía, las asociaciones, la digresión, es casi sin límites. Tiene algo del humor del escritor alemán Jean Paul y la alegría y lo temerario de "Gargantúa y Pantagruel". En su novela "La fiesta de las piedras o el cuarto milagroso de la excentricidad", un pícaro austriaco invade a la Argentina de los años cincuenta y vive sus aventuras grotescas. Franzobel es un escritor que ha publicado hasta ahora, según el indice de wikipedia, 34 libros, entre cuentos, obras de teatro y novelas. También toma la palabra para acusar las malas condiciones e hipocresías de la sociedad austriaca. Se puede pensar que Franzobel es un escritor poco traducido por su sensibilidad al lenguaje local. Pero su página web oficial enumera y muestra evidencias desde el farsi, inglés, francés, japonés, eslovaco, polaco y también tres textos en español (Kafka, Scala y Messia). También deja pasar por su triturador de carne verbal los temas clásicos históricos de Austria desde el príncipe Rodolfo que mató sangrientamente a su novia y se suicidó enseguida, hasta la prostituta Josefine Mutzenbacher y la princesa inglesa Diana. Su ensayo más reciente "Österreich ist schön. Ein Märchen" (Austria es bello. Un cuento de hadas) toma el caso conflictivo de una familia de refugiados albanesa del Kosovo en su odisea entre expulsión, apoyo y la amenaza de suicidio por parte de Arigona, la hija adolescente de 15 años.
Andrea Grill empezó su carrera literaria con un tomo de cuentos, un álbum familiar en que cuenta anécdotas de personas que van más allá del concepto autobiográfico, también el vecino pertenece a esta familia imaginada, destaca el tono fresco, las comparaciones inesperadas, originales y brilla un horizonte que va más allá de los límites geográficos de Austria. Andrea Grill es una escritora con ese trasfondo trashumante, vivió en Italia, Albania, en Sardinia, hizo su doctorado sobre la evolución de las mariposas, también traduce del albanés. Su novela más reciente, "Tränenlachen" (Reír llorando), bosqueja sutilmente en forma de cartas, los roces y acercamientos de una relación entre un joven albanés y una austriaca.
Rosemarie Poiarkov recibió la atención de los críticos por un libro de cuentos de amor y desamor "Eine CD lang" (Mientras suena un CD). Son nuevas facetas del encuentro-desencuentro amoroso en sus relatos. Lugares que puede descifrar el lector atento. Música, alcohol y antros crean una atmósfera propia en que muchos quieren reconocer lo que en Alemania se acostumbró a nombrar como literatura POP. Su cuento largo "Wer, wenn nicht wir?" (¿Quién, si no nosotros?) profundiza en el luto y sentimientos mixtos por la muerte de la abuela de la protagonista. Es un texto que se inscribe entre los diferentes mundos de las generaciones y entre la vida entre provincia y capital.
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