20100405

Sin importancia

Por Carlos Suárez

Hola, soy Juan, y soy esquizoide, ja, ja, bah; a poco no parezco los de las juntas esas de anónimos. Pues sí, eso dice mi psicólogo, que soy Juan y soy esquizoide, ¡hola!
Ahora debo hacer un diálogo interno, ja, ja, bah, mejor lo hago externo ¿para qué? ¿para que me oigan? No, porque quiero ¿por qué quiero? Porque creo que debo querer ¿o no?
De acuerdo, de acuerdo, mejor lo hago interno, no vaya a ser que si me rebelo ya no reúna los rasgos del esquizoide y recuerden, yo soy Juan, y soy esquizoide, ja, ja, bah.
Espermatozoide, humanoide, mongoloide, negroide, esquizoide, todo suena como a medias, como parecido a algo que no es, como casi algo, pues; espermatozoide: casi casi un ser; humanoide: casi humano; mongoloide: casi mongol; negroide: casi negro; esquizoide: casi… ¿esquizofrénico? No sé, pero todo parece que ni siquiera llega a ser lo que se pretende ser ¿es bueno? ¿es malo? No importa, así es ¿me duele? Cómo creen.
Que no siento ¿que no siento? ¡Qué, no siento y qué! puedo no sentir, total ¡hola! soy Juan, y soy esquizoide, ja, ja, bah.
Ya tengo dos padrinos de bautismo: el que me llevó a la pila de la iglesia y el que me trajo a este psicólogo que me catalogó con este nuevo nombre, o será adjetivo, creo que ya lo convertí en verbo: yo esquizeo, él esquizea, nosotros esquizeamos, sí todos los ezquizoides esquizeamos, aunque la computadora me lo ponga en rojo. Ya sé, se estarán preguntando si soy un esquizoide excepcional, si fui al psicólogo; no, no, un tipo que se dice mi amigo desde pequeño, que dice tratar de ayudarme, me lo llevó a un restaurante, engañado yo, claro, un supuesto amigo de él, si me di cuenta, soy esquizoide no pendejo.

Ahora estoy aquí, miren, encerrado en esta cueva embarrotada, en la que puedo hacer mi diálogo interno. Que robé o fraudé o abusé, dicen; que yo no fui, digo; que no me creen, oigo. Que no tengo el don de la ubicuidad, pienso, yo estaba en otro lado, pero no les digo, no tiene objeto al fin, qué, ¡hola! soy Juan, y soy esquizoide, ja, ja, bah.
Las noches tienen aquí el color de un arcoiris enfermo atravesado por hachas que la parten en trozos de silencio, aquí espero mi sentencia, será mañana, o pasado mañana, será cualquier día (parece canción), me dijeron la fecha pero no puse atención, igual da: salir, entrar, subir, bajar.
Ya me dijeron, veinte años, si pago es la mitad, pero cómo pago si no debo; tengo no niego, pago no debo; pagar lo que debo sin deberlo no es una premisa lógica, los silogismos no concuerdan. De cualquier manera, adentro o afuera es igual, sólo las paredes son más anchas allá; de todos modos en veinte años saldré para adentro, así que ¡adiós! Soy Juan, y soy esquizoide, siempre y cuando el psicólogo ese, que no es psiquiatra, no haya hecho mal su diagnóstico.











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