Por Jorge Orendáin
Palacio Municipal
5, mayo, 2010, Guadalajara
Fulana es un libro de poemas “escrito con y desde la rabia”, como alguna vez lo dijo Lisi. Pero esa rabia no se manifiesta con palabras altisonantes, sino que se construye con una fina ironía lúdica donde permean recuerdos, escritura, poesía, soledad, tangos, nostalgia, ires y venires, gatos, Buenos Aires, Guadalajara, la muerte. Pero, al mismo tiempo, sus poemas entrevén una rendija de esperanza a pesar de que “Todo se hace polvo en el fondo/ del alma”, como dice en un verso.Q
Quienes conocemos a Lisi Turrá, sabemos que a ella no le gusta la poesía ampulosa, rebuscada y pretenciosa. Ella tiene un voz muy propia, juguetona, cachonda, argentina, tapatía, gatuna, musical. En Fulana coquetean sutilmente su acento bonaerense o porteño con el nuestro, el tapatío de buena cepa. El resultado ha sido un libro donde los poemas bailan tango y un zapateado jalisciense, siempre con la complicidad de una rockola que está al dos por uno, y eso sí, “la mitad la paga Dios”. Todos estamos invitados. No hay derecho de admisión. Acaso, llevar un buen tinto para conversar.
Lisi es una poeta que en su escritura afila un verso para cortarse la garganta, y luego canta con la voz de la poesía. Después, apaga su “cigarro en la lengua/ de la tarde” y nos dice que “No hay como irse de las palabras/ para decirlo todo”.
En su poesía, Lisi ha decidido tirar barcos en vez de anclas, porque sólo así el lenguaje, el ritmo, las imágenes podrán fluir mientras ella va “tirando pedazos de Dios/ al cielo”.
Ella sabe que el poeta tiene que “espiar el azar” y atraparlo en los momentos más inesperados, porque si no seremos “un pez en el anzuelo/ de la memoria” y no podremos seguir la ruta que el mar nos ofrece; esto es, la poesía.
En Fulana, Lisi combate con todo adversario “en postura de abrazo”. La vida no siempre le ha jugado limpio, pero siempre la vida misma la ha salvado, por no decir que la poesía. No en vano dice que la poesía es “tirana y muy cabrona” En una entrevista que le hizo el poeta Ricardo Solís, de La Jornada Jalisco, Lisi comentó:
“Vengo de un país que sufrió una dictadura militar. Estoy viva de casualidad. Estuve en el centro clandestino de detención de personas más tristemente célebre —la ESMA—; de las 5 mil personas que se calcula pasaron por ahí, 150 están vivas, una de ellas soy yo, y siempre me pregunto si estoy honrando la vida que me tocó después de ello. De alguna manera la muerte siempre ha estado presente. La poesía es una manera de sublimar eso”.
Lisi es una mujer que nos ha demostrado mucha fortaleza en todo lo que hace. Desde su poesía ya nos ha ofrecido mucho, y claro, ha honrado a la vida, la poesía y la amistad. Ella escribe:
“Yo soy una que se fue/ y estoy de paso”/solo un poco aquí/ en la punta de una mujer/ clavada en la tierra/ donde de algún modo se existe.”
Lisi Turrá dejó un territorio para fundar otro que está lleno de palabras, de música, de esperanza. Guadalajara es su patria donde Lisi vino a nacerse de nuevo. La poesía ha sido su gran bandera.
Ella ha venido desde lejos para traernos sus distancias, que ahora son nuestras cercanías. Ella es, como dice Isela Sánchez, una poeta que en su obra “destila otra patria y nos la llueve”.
Desde ahora, el camino de Lisi será volver a su antigua libertad”, como lo señala Sancho Panza en uno de los epígrafes del libro. Volver a su antigua libertad, a su infancia, su terruño, a destejerse en palabras y música. Sin duda, la poesía que ha encontrado en su andar, le ha devuelto lo tanto que ha ofrecido.
En fin, Lisi es esa muchachita azul que de niña escribió su primer poema con el avispero alborotado, luego de ver pasar a un muchacho con su rauda bicicleta. Ella sigue alborotando las palabras para que le dicten su poesía precisa, a nosotros: fulanos, manganos y perenganos.
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