20100504

El murciélago del tercer piso

Por Felipe Ramos

El cuarto de Alfredo está en el tercer piso, es muy grande, pero no cabemos porque el suelo esta lleno de ropa tirada, tiene pilas de libros, de periódicos por todas partes, montones de cajas de cartón llenas de muchas cosas. Las paredes las tiene tapizadas con póster de grupos de rock.
El otro día sin querer, agarré una revista de su cama y no me gustó, tenía muchas mujeres encueradas con pelos. Alfredo tiene pelos, yo lo vi una vez cuando se bañaba. Yo no tengo. Rosa, la hermana de Alfredo, sí tiene, ella me agarró una vez en el sillón. Alfredo se estaba bañando, y arrimó sus pelos en mi pitirrín, es bien caliente. A veces se enoja. Y su mamá le grita que la va a correr cuando salga panzona, Rosa nomás se ríe.
Alfredo panzoneó a Leti, él me dijo en secreto, porque es mi amigo. La mamá de Leti la corrió, pero después la perdonó. Leti tiene un hermano que se llama Beto, a mí me cae gordo. Siempre que paso por su casa me grita: ''¡Chacho cochino, chacho cochino!'' Yo lo maldecí en silencio y se formó un remolino a mitad de la calle. Mi mamá me dice que esos remolinos son el diablo. Entonces corrí sin detenerme, pero la polvareda se hizo más grande y corrió atrás de mí hasta alcanzarme y me dejó la cara llena de tierra. Luego me lloraron los ojos, la boca me sabía a polvo, pensé que el diablo me había dejado ciego, pero pude oir cuando oí el pitido junto con los gritos del paletero. Allé estaba con su gorro de palma. Es un viejito flaco, alto, con cara de niño arrugado. Cada vez que me ve, me regala una paleta de limón. Él dice que me porte bien, yo le digo gracias. Se queda parado en la esquina gritándo: ''¡Paletas!'', y yo me voy corriendo.
El otro día el Beto se peleó con Alfredo, a los dos les salió sangre de la boca, pero el Beto lloró con la tierra pegada en los cachetes, rápido salió su mamá para quebrarle una escoba a Alfredo en la cabeza. Leti chilló y se desmayó. Su mamá nos corrió a puras maldiciones. Alfredo sólo se burló y fuimos a buscar dinero a su casa. Esculcó un monedero que estaba en la mesa, sacó un billete. Su hermana le gritó que le iba a decir a su mamá. Alfredo estrelló la puerta y nos fuimos con el señor Robe, le tocó muchas veces. El señor Robe asomó la cabeza y luego salió sin camisa y gritó enojado: ''¿¡Qué quieres!?'' Alfredo le enseño el billete, el señor Robe pronto se metió y salió con un envoltorio de papel periódico para dárselo a escondidas. Después le dijo: ''¡Largate!'' Alfredo me dio una moneda y compré galletas de animalitos. Pero se acordó que iba a hacer una cosa y se fue a su casa.
En la noche estoy en la cama, algo que siempre quiero es darme cuenta en qué momento me quedo dormido y nunca puedo, ya después abró los ojos y es de día.
Una mañana la lluvia dejó charcos, y yo me metí sin zapatos. Atrapé ajolotitos en una botella. El cielo se veía sin nubes, sin sol, y cuando estaba en elcharco, Alfredo me invitó a su casa. Subimos por la escalera de caracol a la azotea y nos caímos en el suelo a mirar el cielo gris. No era como otras veces que veíamos nubes en forma de trompa de elefante. Alfredo sacó su envoltorio y lo hizo un cigarro gordo y chiquito. Yo fumé, pero el humo me ahogó y vomité. Él aventó el humo hacia las nubes, luego caminó como zombi. Al bajarnos Alfredo le hablo a la pared, le pego con las manos cerradas. Su hermana le gritó: ''¡Cálmate Alfredo!'' Después bailó sin canción. Su mamá llegó y se pelearon a gritos. Yo me regresé a la casa y ellos se quedaron aventándose cosas.
Mientras, mi mamá me dice que me va a meter a otra escuela porque en la que estaba no me quisieron por burro, me miro en el espejo y me da mucha vergüenza, porque aunque no quiera pongo cara de mirarme al espejo y me da sabe qué cambiar la cara cuando me veo.
Mi mamá se fue a trabar y yo mejor me voy a la casa de Alfredo. Nos subimos a la azotea, entre sus manos prende un cigarro, fuma atrás del tinaco. Intento fumar la nube del cigarro, pero el humo pica los ojos, cuando pruebo el humo Alfredo me pregunta: ''¿Por qué los murciélagos no tienen plumas de colores?'' Yo me río, le digo que no sé. Él sigue hablando: ''¿Si los pájaros les quitas la plumas se vuelven murciélagos?, cada pájaro lleva un murciélago abajo de sus plumas, los murciélagos cantan con su chillido''. Alfredo camina y se detiene al final de la azotea, se acuesta en la orilla con la cabeza colgando, luego dice: ''Veo el mundo volteado, como un murciélago, ¿son bonitos los murciélagos verdad?''
Me pregunta, y se deja caer.

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